La huelga de las enfermeras está tomando carices preocupantes, al optar por abandonar los centros hospitalarios. Esta es una medida muy radical y peligrosa, pues perjudica a cientos de miles de ciudadanos necesitados de atención médica, que resultan siendo los más perjudicados. El derecho a la huelga es legítimo y constitucional, siempre y cuando no colisione con otros derechos fundamentales, como el libre tránsito, la propiedad, la integridad y la propia vida. Eso es lo que deben recordar las dirigentes de las enfermeras (y otros gremios) para dejar de lado actitudes violentas y temerarias, que sospechosamente no tomaron durante el fujimorato. Se impone el retorno a la cordura para hallar salidas realistas. Las enfermeras, que según el Minsa reciben en promedio dos mil soles, piden aumentos, incluir la bonificación en el sueldo básico y nombramientos. Otros sectores exigen reivindicaciones similares. La solución no es el chantaje ni la violencia, sino dialogar conociendo la precariedad de la caja fiscal y las urgencias presupuestales. Si hay que hacer un esfuerzo para remunerar mejor, este debe partir del análisis de estos factores y del ajuste y ordenamiento de todo el aparato estatal. El reclamo de las enfermeras tiene el apoyo ciudadano. Si quieren mantenerlo deben dejar la actitud de abandonar hospitales y poner en peligro a sus pacientes.