"Que se vaya la empresa, no la queremos" es ahora la consigna de quienes encabezan la protesta contra el proyecto cuprífero Tía María en Islay, Arequipa, a pesar de que Southern Perú y el Gobierno han ido cediendo ante cada nuevo argumento popular contra esa obra.Primero fue la protesta porque el proyecto dejaría sin agua a Islay, y la empresa anunció que ya no usará agua del río Tambo ni del subsuelo sino que construiría una planta para desalinizar agua del mar. Inclusive, un proyecto para construir una represa que garantice un mayor abastecimiento de agua fue rechazado por pobladores de la zona.Luego los opositores al proyecto reclamaron que su estudio de impacto ambiental (EIA) debía ser supervisado por una entidad internacional, y el Gobierno accedió a que fuera la Unops, de las Naciones Unidas, la que lo supervise.Ahora se argumenta que arrojará humo al ambiente, a pesar de que, según el ministro de Energía y Minas, Pedro Sánchez, si generará contaminación o no, eso aún debe comprobarse en el EIA, y en ese mismo estudio encontrarse solución si es que se contamina. Al respecto, el ministro indicó que en enero se espera que la Unops termine de evaluar el citado estudio ambiental. Ante esta serie de eventos, que según el MEM han llevado a retrasar este proyecto casi año y medio, el ministro Sánchez consideró que las comunidades de la zona están boicoteando en forma sistemática este proyecto.