Lo peor que le puede ocurrir a un gobierno es quedarse sin energía. Eso nos lo recuerda Fernando Henrique Cardoso en sus memorias cuando nos dice que nunca pudo recuperarse de la impopularidad que le generaron los cortes de electricidad y el programa de racionamiento. Sabemos que hoy Brasil es un ejemplo de manejo de política energética. No solamente ha logrado la autosuficiencia a base de los energéticos con que cuenta, sino que también ha diversificado las fuentes a fin de no depender excesivamente de una. Además del enorme esfuerzo que está llevando a cabo para desarrollar las energías renovables, tiene un ambicioso plan de integración energética con otros países vecinos y no descuida el desarrollo de la energía atómica. La cereza del pastel es el inmenso descubrimiento de petróleo en la cuenca denominada "pre sal", que convertirá a dicho país en uno de los principales exportadores de crudo a nivel mundial. Por último, el presidente Lula ha anunciado que la mitad de los recursos que se obtengan por la explotación del petróleo se dedicarán a mejorar y modernizar la educación del país.La semana antepasada se presentaron cuatro candidatos presidenciales y el tema de la energía brilló por su ausencia. Sabemos que los organizadores de la CADE entregaron a cada candidato una suerte de diagnóstico y un listado de propuestas de política para los sectores "estratégicos". Me tocó participar en el equipo que elaboró el documento de energía, que fue expuesto en dos talleres, y hemos tomado nota de los comentarios que ahí se formularon y los que nos siguen llegando. Sin embargo, no llego a entender por qué los candidatos casi no se ocuparon del tema en sus discursos. La primera hipótesis es que todos consideran que los problemas reales y potenciales del sector están claramente identificados y existen medidas de política en proceso de implementación que nos aseguran el abastecimiento de energía cuando menos hasta mediados del 2016, que es cuando le entregarán la posta al siguiente gobierno. Esta hipótesis resulta equivocada, pues si proyectamos oferta y demanda de electricidad los márgenes de seguridad se podrían reducir peligrosamente a partir del 2012, o 2014, según otros. La segunda hipótesis es que los equipos técnicos que acompañan a los candidatos acaban de ser convocados y por lo tanto no tienen todavía una visión actualizada de cada sector. De ser el caso, me permitiría sugerir que en el plazo más corto posible se reúnan con los funcionarios del MEM, Osinergmin, COES, Sociedad de Minería Petróleo y Energía, entre otros, a fin de tomar conocimiento del estado de avance de los proyectos que podrían poner en riesgo la oferta de energía. Por ejemplo, la ampliación del ducto de gas de Camisea para pasar de 450 mpcd a 950 mpcd de capacidad y obtener la seguridad energética que el país necesita para continuar creciendo. También sería bueno que revisen el estado del Proyecto Integrado de Gas del Sur y el tendido del ducto a cargo de la empresa Kuntur, que permitirá satisfacer la expectativa de las regiones del sur de contar con energía sostenible y competitiva.El peor escenario que nos podríamos imaginar es que por falta de contacto entre el gobierno saliente y los integrantes de la próxima administración ciertas decisiones importantes tengan que postergarse hasta julio del 2011. Aprovechemos el consenso generado sobre el tema de la competitividad en la última CADE y sobre la necesidad de planificar el cambio de la matriz a fin de evitar a tiempo un posible desajuste entre oferta y demanda de energía. Tal como se indica en el documento que se entregó a los candidatos, "el modelo macro-económico en general y el modelo energético, en particular, aplicado desde los años 90 ha dado buenos resultados. Las políticas seguidas han permitido un abastecimiento de energía satisfactorio y han logrado equilibrar la balanza comercial del sector. Disponemos de reservas energéticas suficientes -sobre todo de hidroelectricidad y gas-, de precios de los energéticos casi, sin subsidios y competitivos, y de inversionistas dispuestos a seguir aportando en numerosos proyectos". No cambiemos de rumbo ni demoremos decisiones importantes por temor al costo político. La energía más cara es la que no se tiene, evitemos llegar a esa situación que, como sabemos, tiene altísimos costos políticos y sociales, señaló Jaime Quijandría Salmón, Socio, Laub&Quijandría Consultores y Abogados.