Reconforta palpar el clima de optimismo que se respira en la edición 48 de la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) que se clausura hoy en Urubamba. Allí los más connotados representantes de los sectores público y privado han confluido a fin de evaluar qué hacer para dar el salto cualitativo al desarrollo sostenido.La dosis de realismo la ha puesto Michael Porter, el gurú de la Universidad de Harvard, quien ha subrayado la urgencia de fijar metas de competitividad con miras al 2021, cuando se celebra el Bicentenario de la Independencia, en lo que corresponde -ha dicho- enorme responsabilidad a los empresarios.Entre las metas menciona tener un ingreso per cápita de US$10 mil, reducir la pobreza al 20%, ser el primer país receptor de inversión directa extranjera en el Pacífico Sur, pasar del tercer al segundo tercio en las pruebas PISA de educación y que todos los egresados de secundaria tengan suficiencia en inglés. En cuanto a lo institucional, debemos pasar del nivel medio al nivel bajo de corrupción en el índice regional de Transparencia Internacional.El problema, como siempre, radica en el cómo lograr estos objetivos. Porter advierte que el futuro brillante del Perú no se dará automáticamente, sino que demandará gran esfuerzo y voluntad de parte del Estado, pero principalmente del sector privado. El primero "marca la cancha", pero el empresariado debe definir la agenda de competitividad, generar un equipo de diseño de estrategias y decirle al Estado qué se necesita, por qué y para qué. Esto exige un cambio de mentalidad de los agentes económicos. Como bien señala Porter, "suele pasar que los empresarios velan por sus propios interés y no por la competitividad del país", ignorando o pasando por alto el hecho de que esto último redundará de todas formas en su propio interés". Además, "no se puede tener un país competitivo sin empresas competitivas".La competitividad, ha explicado, depende de la productividad y la innovación, y de que se cumplan una serie de condiciones que no caminan bien en nuestro país: seguridad, para garantizar orden y tranquilidad en todo sentido; educación, para asegurar la movilidad social y contar con personal calificado; salud y lucha contra la pobreza, con respeto a la dignidad humana y avanzando en la inclusión social; e infraestructura e institucionalidad, lo que se vincula estrechamente con la lucha anticorrupción.En este contexto, resulta atendible la propuesta de crear un consejo privado de la competitividad, pero junto con ello tiene que ponerse las bases de una nueva dinámica entre el sector público y el privado, que junto con las metas de exportación y crecimiento asuman su responsabilidad con la descentralización y la inclusión social.Hemos avanzado en lo macroeconómico, en lo que ha sido crucial la consistencia de las políticas de Estado a lo largo de varios gobiernos que nos han puesto en un lugar privilegiado entre las economías emergentes. Este año, según el ministro de Economía y Finanzas, Ismael Benavides, el Perú crecerá entre 8,2% y 8,5%. Sin embargo, para asegurar el desarrollo integral tenemos que impulsar de otro modo este proceso, en lo que resulta imprescindible el consenso y el compromiso de empresarios y políticos con el modelo económico y con una agenda nacional con metas técnicas y económicas como las planteadas por Porter. Hoy, cuando corresponde exponer a los candidatos que postulan a la Presidencia de la República, los empresarios y la ciudadanía esperan de ellos un deslinde claro, directo y preciso sobre el estado actual de la nación y sobre las propuestas de Porter. La CADE es un foro de propuestas y no de discursos demagógicos.(Edición sábado).