José Luis Patino, editor de Economía, dice en su columna que la primera jornada de la CADE la amenizó el titular del MEF, Ismael Benavides, quien puso en su real dimensión el nivel de competitividad alcanzado por el Perú y la amenaza que se cierne sobre él, y que engendran las mafias enquistadas al interior del Estado y las que pululan en su entorno. Así que después de las bombardas que le dieron el marco celebratorio al último ranking Doing Business del Banco Mundial, donde el Perú aparecía como el país con mayores reformas realizadas para mejorar el clima de negocios, lo que hay que entender es que primero ese resultado es una foto que puede cambiar radicalmente si es que el gobierno no sigue metiendo el pie en el acelerador a las reformas pendientes. Y lo segundo, es que lo que nos falta por avanzar en más complicado que mantenernos o avanzar en el ranking. Así la primera exigencia es un liderazgo político para afrontar temas como la esperada y siempre postergada reforma del Poder Judicial, una institución que sigue simbolizando el monumento a la corrupción de un Estado hecho para impedir dar el futuro salto del crecimiento al desarrollo. Liderazgo que también apuntale todas las otras reformas pendientes, y que hoy se rezan como rosario en misa de difuntos. Hoy el gran problema del Perú no es saber cómo estamos sino cómo estaremos en el futuro.