La ejecución del presupuesto público de este año indica cierta lentitud al no llegar al 60% (al tercer trimestre) en ninguno de los niveles de gobierno y, sobre todo, en el caso de la inversión pública donde en promedio se ha ejecutado solo el 48%. Pareciera que se gasta poco, pero ello resulta un tanto engañoso. Primero, porque hay grandes diferencias en la ejecución entre las regiones, los municipios y al interior del gobierno nacional . Segundo, el presupuesto de este año aumentó S/. 20,500 millones (de S/. 81,857 millones inicialmente aprobado a S/.102,360 millones), de los cuales el 75% fue para inversión, es decir, hay más recursos para gastar.Tercero, porque si bien el ritmo de ejecución del gasto se ha moderado sigue siendo alto (la inversión pública creció 31% en el período enero-agosto). Además, el superávit obtenido en el primer semestre (S/. 5,113 millones ó 2.5% del PBI) disminuyó al cierre de agosto (a S/. 4,058 millones) aun cuando los ingresos tributarios están creciendo a una tasa real (22%) muy superior a la proyectada inicialmente para este año. Sería negativo que el gobierno esté gastando incluso los ingresos tributarios obtenidos en exceso (los que no se proyectaron inicialmente), cuando lo que se necesita es acentuar la desaceleración del gasto para cumplir el compromiso del nuevo ministro de Economía de disminuir el gasto público y lograr un déficit fiscal incluso menor al proyectado para este año (-1.5% del PBI). La prueba de fuego del ministro será cuando tenga que defender en el Congreso los candados que incluyó el MEF en el proyecto de presupuesto público para el 2011 (debe aprobarse hasta el 30 de noviembre) para disminuir el déficit a 1% del PBI el próximo año. En particular, tendrá que impedir que se desmonte el artículo que prohíbe la contratación definitiva de los trabajadores públicos contratados. Asimismo, mantener la decisión de derogar la ley que mantiene la cédula viva para los pensionistas de la Caja de Pensiones Policial y Militar, entre otros.De lo contrario, no será posible cerrar la brecha fiscal a la velocidad que se necesita hoy, no solo por la persistente amenaza de una nueva recesión en los países desarrollados sino por la guerra cambiaria que acaba de empezar y que para enfrentarla mejor el BCR va a necesitar el apoyo fiscal.