Las elecciones de ayer, municipales, regionales y de referéndum por el Fonavi, han demostrado tres cosas principales: primero, que el sistema democrático en el Perú está funcionando sin mayores contratiempos desde su restablecimiento el año 2000. Segundo, que existe una alternancia política e ideológica que es libre, pero muy difícil de pronosticar por la falta de solidez de los partidos políticos. Y, tercero, que todavía el nuestro es un país en construcción institucional especialmente en las zonas rurales.En el plano funcional, sin duda ha sido un reto organizar comicios para una población electoral de más de diecinueve millones de peruanos. En líneas generales la ONPE, el Jurado Nacional de Elecciones y el Reniec han cumplido con sus tareas, normativas, logísticas y operativas; sin embargo, se han advertido muchos problemas relativamente fáciles de solucionar. Por ejemplo, en Lima varias mesas no fueron instaladas, en algunos casos no hubo adecuada información para los ciudadanos sobre sus centros de votación, faltó autoridad suficiente para instalar las mesas a tiempo especialmente allí donde no concurrieron los titulares y no se previó el verdadero desorden del tráfico en una metrópoli que, desde hace tres años, está en literal reconstrucción.En cuanto a la alternancia ideológica -más allá de esa efervescencia que llevó a lamentables episodios de guerra sucia entre ciertos candidatos- es sano que los líderes políticos y sociales se renueven.Todavía es prematuro que en el caso de la alcaldía capitalina alguien cante victoria, porque el resultado final se está peleando voto a voto; en cambio en las regiones es muy preocupante la volatilización en las tendencias electorales porque han vuelto a primar una serie de grupos, movimientos y alianzas de simple circunstancia electoral y, sin programas sólidos. Y esta inmadurez se manifiesta como persistente pese a todo el camino ya recorrido en la descentralización funcional y, sobre todo, el enorme traspaso de presupuestos abultados gracias al canon minero.En esta misma línea hay situaciones que no están adecuadamente entendidas por el promedio ciudadano como la votación extraordinaria en el referéndum sobre la devolución de los recursos del Fonavi. Según se ha podido constatar, prácticamente hasta la víspera misma de la concurrencia a las ánforas la mayor parte de ciudadanos tenía poco o nulo conocimiento sobre el fondo de este tema y las implicancias económicas y sociales que tendrá su decisión en uno u otro sentido.Entre tanto, la ausencia de una mayor institucionalidad de los partidos políticos se ha hecho especialmente evidente en los comicios regionales, donde la enorme cantidad de listas, así como de propuestas totalmente dispares, poco técnicas y esencialmente chauvinistas, debe llamar la atención sobre el futuro de la descentralización. En este contexto cabe destacar la derrota del Apra en el norte. Y es que, una cosa es que las regiones tengan regímenes funcionales de cierta autonomía y, otra, muy diferente, que algunos de sus gobiernos vean los recursos del canon como un botín, a partir del cual puedan pretender autonomías totales sin respetar los principios de la república unitaria.En resumen, pues, estas elecciones marcan un nuevo hito en la historia política de nuestra patria con un saldo favorable, pero que puede y debe ser ampliamente mejorado teniendo como norte perfeccionar un sistema administrativo, social y gubernamental en todas las instancias del Estado Peruano.