ESPINAR: PRONTA SOLUCIÓN A UN CONFLICTO ANUNCIADO
19 de septiembre de 2010

Con Espinar (Cusco) ha sucedido lo mismo que con otros conflictos: estaba anunciado. Sin embargo, en esta ocasión es necesario que el Gobierno actúe con celeridad para resolver esta nueva crisis que ya dejó un muerto y más de 20 heridos, y que amenaza con poner en riesgo no solo la paz social y la inversión extranjera sino también el proceso electoral en ciernes.Hasta el momento la situación se halla en un punto muerto. Los pobladores de la provincia cusqueña se reunieron con monseñor Miguel Cabrejos, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, quien llegó a la zona para interponer sus buenos oficios. Pero lamentablemente hasta ayer no se arribaba a un acuerdo y la paralización continúa, lo cual no beneficia a nadie: ni a los pobladores ni al desarrollo de una inversión importante para el país que, sin embargo, debió emprenderse tomando en consideración los resquemores de la jurisdicción involucrada.Y es que el proyecto de irrigación Majes-Siguas II, que esta semana adjudicó Pro Inversión al consorcio integrado por Cobra Instalaciones y Servicios de España (la misma empresa que opera el proyecto Taboada, de Sedapal) y por Cosapi del Perú, es una inversión millonaria que el Estado no podría haber asumido solo, sin el cofinanciamiento privado. Se trata de construir una represa para almacenar las aguas del río Apurímac, que se trasladarán a Arequipa para irrigar 38.500 hectáreas; una obra de ingeniería importante valorizada en US$450 millones, que beneficiará a los arequipeños y que también debería favorecer a los cusqueños.De lo que se trata, entonces, es de asegurar la provisión y distribución del agua en Espinar, lo que podría implicar ampliar el cauce del río Apurímac (afianzamiento hídrico) para retener el agua en temporada seca. Lo que todo esto demuestra es que, en el mundo de hoy, el agua es un bien valioso y escaso, muy disputado, que puede generar enfrentamientos frecuentes en el Perú y en el resto del mundo.Hace tres años, y junto a otras voces ecologistas, el británico Brian Fagan alertó en su libro "El largo verano" cómo los cambios climáticos producidos en los últimos 15 mil años ocasionarían la reducción del agua en el planeta.En el Perú, queda mucho por hacer para administrar responsablemente las cuencas, garantizar la calidad del recurso y mejorar su distribución. Por ejemplo, si bien tenemos una Autoridad Nacional del Agua (ANA), debe garantizarse que sus políticas tengan continuidad y se mantengan a pesar de los cambios de gobierno.En el caso del proyecto Majes-Siguas II, la crítica alcanza a los gobiernos regionales de Cusco y Arequipa que debieron asumir su responsabilidad, anticiparse a la crisis y establecer canales de diálogo con la población para explicar los alcances y poner en marcha políticas preventivas. En su lugar, hemos tenido más de lo mismo: presidentes regionales poco concertadores que, junto con algunos parlamentarios, están más preocupados en alentar el conflicto por razones electoreras y reeleccionistas antes que en solucionarlo.A estas alturas, lo que corresponde es promover una negociación que comprometa a la población a levantar sus medidas de fuerza, de modo que se pueda reanudar el diálogo, y al Gobierno a empezar a trabajar el afianzamiento hídrico del río Apurímac y de Espinar, como lo ha prometido en los últimos días el Ministerio de Agricultura. Hay que dejar actuar a la Defensoría del Pueblo y a los mediadores, así como evitar la interferencia de grupos políticos radicales que promueven arrebatos violentistas y atizan la confrontación. Las autoridades regionales y la ANA, en tanto, deben dar prioridad al debate del problema y a buscar soluciones integrales y concertadas, que generen desarrollo, empleo y estabilidad, como es su obligación. (Edición sábado).