La firma del contrato para explotar el yacimiento de cobre de Las Bambas, en Apurímac, significará inversiones por US$ 4,200 millones en la etapa de desarrollo del proyecto así como ingresos por concepto de canon de S/. 300 millones anuales a partir del inicio de la etapa de producción, dentro de cuatro años, pero que podrían ser mayores dependiendo de la cotización internacional del mineral. Se trata de recursos que si son bien administrados, beneficiarán a la población de uno de los departamentos más pobres del país.Aparte de los grandes montos que se invertirán, hay que destacar que la suiza Xstrata, dueña de la concesión y responsable del proyecto, ha otorgado especial atención a la participación de la comunidad, a todas luces su principal stakeholder. Este es un interesante punto de partida, puesto que muchos proyectos mineros comenzaron su andar de espaldas a las poblaciones circundantes, generando conflictos que en la mayoría de casos pudieron haberse evitado. El gerente general de Las Bambas es un profesional cusqueño que además habla quechua, atributos que seguramente servirán en la construcción de la imagen de la empresa en su zona de influencia.No obstante, hay que advertir que este nuevo enfoque no inmunizará al proyecto de controversias y de hecho ya han comenzado a surgir críticas. Por ejemplo, se está demandando mayor información acerca de las vías que se utilizarán para transportar el mineral y de las provisiones que se tomarán para no afectar el medio ambiente en su construcción. Tampoco se ha señalado si Cusco compartirá el canon que generará el proyecto. Tanto Xstrata como el Gobierno tienen la palabra para aclarar estas interrogantes.El presidente Alan García se ha referido al de Las Bambas como el "contrato del siglo", pero como todavía faltan 90 años, esperamos que se concreten más proyectos de gran envergadura y con fuerte impacto social. El gran reto que tendrán los próximos gobiernos será promover inversiones que generen mayor valor agregado, lo que en el caso de la minería significará generar las condiciones para el establecimiento de refinerías polimetálicas. Es tiempo de que el Perú deje de ser un exportador casi exclusivo de concentrados y pase al siguiente nivel.