Hay que saludar la actitud proactiva del presidente del Consejo de Ministros, Pedro Pablo Kuczynski, quien, ad portas de su obligada presentación ante el Congreso, ha sostenido diversos encuentros con varios líderes políticos, principalmente para asegurarse el necesario voto de confianza que le permita continuar en el cargo.Sin embargo, para garantizar el éxito de su gestión en el último tramo de este gobierno, debe reparar en una cuestión básica: no se trata solo del formalismo de lograr una moción de confianza, sino de garantizar que esta refleje un consenso claro sobre una agenda nacional consolidada. Es más, lo esencial es que esa agenda se cumpla.Es aquí donde se pondrán realmente a prueba dos cosas: por un lado, los buenos reflejos políticos mostrados por el doctor Kuczynski, una personalidad hasta ahora encasillada en el sector Economía, pero que en todo momento ha demostrado ecuanimidad, apertura y disposición al diálogo. Y, por el otro lado, la madurez y compromiso con el país de las diferentes bancadas, que tienen que supeditar sus legítimos intereses partidarios a un interés mayor, como el bienestar nacional y la gobernabilidad.Es auspiciosa la firmeza del jefe del Gabinete en el tema de seguridad ciudadana. El Gobierno tiene que resolver la crisis de autoridad y restablecer el orden subvertido por grupos variopintos, entre los que se camuflan agitadores de toda laya. PPK ha declarado que su preocupación será "hacer que se cumplan las leyes".En cuanto a las mineras, blanco de violentos ataques, la estrategia debe ser doble: extremar las medidas para asegurar el cuidado del ecosistema y que las empresas mineras eviten a toda costa y coste la contaminación; y por otro lado, desarrollar una política de tolerancia cero para quienes bloqueen carreteras, hagan uso de la violencia o afecten la integridad personal y la gestión empresarial. En todo esto no puede haber excepciones, pues, como bien ha dicho PPK, la autoridad no puede ser mellada.No está de más recordar que otro tema es mantener las líneas maestras del modelo económico, que no pueden ser perturbadas por experimentos heterodoxos (desastrosos en el pasado) ni por motivaciones electoreras. Ceder a la tentación del gasto (y a las presiones de Perú Posible para una farra fiscal) e incrementar el déficit sería irresponsable y echaría a perder los notables logros macroeconómicos por los que debe ser recordado este Gobierno.Sin duda debe haber ajustes, para que el llamado 'chorreo' sea más expansivo y evidente en la creación de empleo, pero también para asegurar estabilidad política y seguridad jurídica. Debe darse importancia a las negociaciones para el TLC con EE.UU., de modo que sea, indefectiblemente, lo más beneficioso para nuestro país.Un asunto impostergable es la reforma del Estado, en lo que tiene que ponerse fin a las marchas y contramarchas de los últimos años. El país no soporta tantos desniveles e inequidades en las remuneraciones del sector público, ni tampoco las ineficiencias y abusos de un aparato estatal desproporcionado y burocratizado. Hay ámbitos (Educación, Salud, Interior y FF.AA.) que demandan una atención prioritaria para inyectarles orden y eficiencia. Evidentemente, el Estado, que ha probado ser un mal empresario, debe relanzar la concesión de los puertos para que sean mejor administrados por el sector privado; en especial el del Callao, de vital importancia para potenciar las exportaciones a costos competitivos.En lo institucional, tanto el Gobierno como el Congreso tienen una deuda pendiente: la lucha contra la corrupción, en cuyos escasos avances deben asumir sus culpas varios estamentos (jueces, fiscales y procuradores); la reforma misma del Poder Judicial, cuyo grave desprestigio deslegitima el sistema democrático, por lo que las medidas de corrección --empezando por el CNM-- no pueden limitarse a cuestiones presupuestales. También, tras el fiasco del proyecto para restaurar el Senado que en algún momento deberá ser retomado, el reto es asegurar elecciones transparentes y limpias con el concurso de observadores internacionales. Especial atención merece el proyecto de fijar la valla electoral del 5% para los partidos que postulen al Congreso, de modo que se evite la caótica fragmentación congresal.Esta será la primera vez, en lo que va de la última etapa de nuestra historia, que la transferencia de Gobierno se hará dentro de un clima democrático y de estabilidad económica. Hacer que eso se concrete en el 2006 será el primer y más grande reto del Gabinete Kuczynski.