Víctor Carrera Añorga vive desde hace diez años en Cerro de Pasco. Confiesa que todavía no se acostumbra a las explosiones que a diario se producen en el tajo abierto, aquel enorme boquerón que se traga la ciudad.En Cerro de Pasco, los pobladores no solo sufren las consecuencias de la alta contaminación por minerales, especialmente del plomo que se les introduce en la sangre, sino también el trauma de las explosiones y de los movimientos de tierra que son su consecuencia.