En Sayapullo se respira a óxido, a muerte. Ya en el camino se observa la agonía de la tierra cuando los cerros verdes se comienzan a tornar ocres y de ellos caen riachuelos marrones cargados de químicos, producto de la minería informal. Muy cerca, en medio de la naturaleza aún viva, aparecen enormes montículos grises de desechos tóxicos que dan la bienvenida, recuerdo de lo que un día fue una productiva concesión minera. Y a pocos metros de todo ese paisaje adulterado por la fiebre del oro irrumpe Sayapullo, una localidad minera que vive expuesta a la contaminación. La problemática en este distrito de la provincia de Gran Chimú, en la región La Libertad, se acrecentó en los últimos dos años debido al cese de operaciones de la Corporación Minera San Manuel, subsidiaria del grupo Atacocha. En el 2008 Atacocha fue adquirida por la Compañía Minera Milpo S.A.A., consorcio que dio prioridad a proyectos más rentables de este grupo, como los ubicados en Cerro de Pasco. Así, dejó en suspenso sus actividades en Sayapullo, lo que produjo la proliferación de la informalidad: de 800 mineros artesanales se pasó a 3.000.