El sector empresarial estuvo muy atento a los cambios del país, no solo en el ámbito económico sino también en el político. Su coherente perfil frente a la coyuntura y su férrea defensa de los principios básicos de una sociedad lo convierten en un actor clave en el desarrollo del Perú. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. El presidente de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), Ricardo Briceño, hace un análisis de la participación del sector empresarial en la vida político-económica del país y aboga por una mayor participación de este en los temas más álgidos que aún faltan atender.¿Cómo analiza estos cuatro años del actual gobierno?La administración del presidente de la República, Alan García, supo mantener los principios básicos, como la democracia, el estado de derecho, reglas de juego estables, la disciplina fiscal y la apertura de mercados, siguiendo las reglas básicas de un modelo de economía social de mercado.Por ello, creo que el Jefe del Estado debe estar satisfecho con los resultados obtenidos. No obstante, para que esté completamente orgulloso aún quedan ciertas tareas pendientes que precisó en su último mensaje.La principal tarea es continuar con el modelo, pero también abocarse a su profundización para que sea más democrático e inclusivo, pues la población debe sentir que le llegan los beneficios del modelo y ello depende de la capacidad que tenga el Estado de manejar los recursos fiscales, algo que no se está logrando al ciento por ciento.En ese sentido, ¿cómo evalúa la labor del sector empresarial?El empresariado organizado en sus instituciones de base debe tomar un rol más preponderante. Dentro de la estructura del gobierno, cuando las autoridades, especialmente las locales y regionales, ejecutan una obra que beneficie a la población siempre consideran la opinión de la sociedad civil representada por frentes de defensa, grupos de lucha, plataformas de lucha y no toman en cuenta la posición del sector empresarial de sus localidades y regiones. Esa es una falla en la que los empresarios tenemos que hacer un mea culpa.