Once días de paralización en la provincia cusqueña de La Convención han traído, previsiblemente, pérdidas económicas, enrarecimiento político y, lo peor, que este tema se convierta en una bandera electoral para el proceso del 2011. No hay nada menos gaseoso que el gas, tiene su propio sistema de medición, un precio internacional frente al cual es difícil rebelarse o cambiar y se trata de inversiones a largo plazo que requieren estabilidad y confianza.En las protestas hay mucho de tufillo electoral municipal y regional, pero también enormes dosis de desinformación, una responsabilidad que no puede eludir el gobierno aprista. El reclamo para que el gas no se exporte es la quinta esencia del programa y de la ideología nacionalista. Su gran abono es presentar la exportación como despojo a la nación y agravio a los consumidores internos. Nada de esto es real, pero cala en lo hondo de sectores postergados, que no ven el progreso con la rapidez que quisieran, señala Mariella Balbi.