Los acuerdos del reciente Consejo Presidencial Andino celebrado en Lima nos dejan un sabor preocupante a los peruanos, sobre todo en lo concerniente a la llamada alianza energética andina. Fuera de poses mediáticas y triunfalistas, y de la presencia destacable de representantes del Mercosur, así como de Panamá, Chile y México, es oportuno recordar que la trayectoria de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) ha estado signada por altibajos y polémicas decisiones que le han restado norte, unidad y eficacia.Luego, el Perú tiene ya una política de hidrocarburos que podría verse afectada por iniciativas de corte estatista como la del presidente Hugo Chávez de crear Petroandina. Nuestro país, en el que se ha detectado nuevas reservas y operan muchas empresas extranjeras bajo contratos en megaproyectos, como los de Camisea I y II, no puede arriesgarse a cambiar súbitamente las reglas de juego para la inversión privada. Mucho menos cuando la alternativa es un impreciso proyecto de crear una petrolera regional andina que serviría principalmente para los planes demagógicos chavistas.Es indudable el ánimo de Chávez de exportar al resto de América Latina lo que él llama su "revolución bolivariana" que, por lo visto en su país, repudia la economía de mercado, no respeta la separación de poderes (que la CAN considera indispensable cláusula democrática), ataca a sus adversarios, afecta la libertad de prensa, tiene por amigos a tiranos como Gadafi y Fidel Castro, y basa su régimen estatista en la riqueza petrolera de su país.A más de eso, las iniciativas de la entidad andina en lo económico han sido hasta ahora incumplidas o poco felices. Allí están el continuo desacuerdo para un Arancel Externo Común o la controversial Decisión 24 que regulaba la inversión extranjera --restringiéndola, obligándola a asociarse con capital nacional y limitando la transferencia de divisas-- que forzó la salida de Chile del grupo.No pretendemos decisiones tan drásticas. Pero, sobre todo ahora que el verborreico e impredecible Hugo Chávez asume la presidencia pro tempore del Consejo Presidencial Andino, debemos reiterar nuestra posición de que la CAN funcione solo como un foro político. El Perú no puede aventurarse a apoyar, sin conocerlas en toda su extensión, decisiones económicas tan peligrosas como la comentada. Eso no es integración.