El petróleo peruano es cinco veces más tóxico que el que consumen países como Chile o México. Si a ello se suma el envejecido parque automotor, la mezcla dará como resultado una ciudad como Lima: saturada de emisiones nocivas como el dióxido de azufre o partículas cancerígenas veinte veces más delgadas que un cabello (producto de una mala combustión en el motor), que terminan almacenándose en alguna parte de nuestro sistema respiratorio. Este tema se ha repetido hasta el cansancio.La discusión, luego de que el Ministerio de Energía y Minas (MEM) emitiera un cronograma de reducción progresiva del contenido de azufre en los combustibles, ahora gira en torno de cómo y cuánto invertirán las refinerías del país para mejorar la calidad del diésel y adecuarlo a los estándares internacionales. Es decir, para que alcancen un máximo de 50 ppm (partes por millón) de este nocivo elemento.Según el MEM, tanto las refinerías de Petro-Perú como La Pampilla (propiedad de Repsol-YPF), tendrán que invertir aproximadamente 500 millones de dólares en la instalación de plantas de sulfurización y otros equipos que les permitan reducir la presencia del azufre. Este monto será desembolsado durante los próximos cinco años de plazo que les ha otorgado el Gobierno.(Edición sábado).