Si el mar de la Lima de hoy estuviera bloqueado por piratas del siglo XIV o por acción de la naturaleza, simplemente tendríamos que resignarnos a dejar de movilizarnos en vehículos automotores, a restringir nuestro consumo de energía y, a lo mejor, a dejar de cocinar con gas por muchos días, porque sencillamente la metrópoli capital no cuenta con una capacidad adecuada de almacenamiento de combustibles y depende del abastecimiento continuo de sus necesidades de hidrocarburos a través de embarcaciones. Ello quedó evidenciado esta semana con la restricción en el abastecimiento de gas licuado de petróleo (GLP) en Lima. Este sistema es provisto en 80% por embarcaciones que traen el combustible desde Pisco. El especialista en hidrocarburos Aurelio Ochoa advierte que se trata de un sistema de abastecimiento frágil porque, aparte de que los accidentes marítimos son de dimensiones considerables, la seguridad energética se pone en riesgo. Ochoa apuesta más por un poliducto que transporte el GLP desde Pisco de forma continua, lo que disminuiría los riesgos. (Edición domingo).