Resulta desalentador para el país, la economía y la paz social que un instrumento indispensable para la concertación laboral, como el Consejo Nacional del Trabajo (CNT), sea peligrosamente relegado por sus interlocutores más importantes.Lo último ha sido la intransigente y contradictoria posición de algunos gremios que no solo no asisten a importantes sesiones de agenda --lo que implica prácticamente un boicot--, sino que condicionan su retorno al hecho de que el presidente Toledo defina "su política laboral".Debe recordarse que el CNT es por excelencia un foro para el diálogo, para presentar propuestas técnicas y discutirlas antes de someterlas a la evaluación del Parlamento. Esa es la razón de ser del consejo y para ello se convocó a representantes de los trabajadores, empresarios y del Gobierno.El empleo es, sin duda, un tema inmensamente sensible, entre otras razones, debido a que no se puede contentar a todos. Pero es necesario encontrar un equilibrio acorde con las condiciones del mercado y la dinamización de la economía. Todo ello sin apresuramientos ni politiquería electorera.Ese es el reto que asumieron los miembros del Consejo Nacional del Trabajo. De allí lo peligroso e impertinente de que pretendan ahora boicotear este importante foro y, en lugar de debatir sobre los asuntos de su incumbencia, volcarse a las calles frenéticamente para exigir, en algunos casos y sin fundamentos, cosas absurdas, como por ejemplo el boicot contra el tratado de libre comercio con Estados Unidos.Se requiere dejar posiciones extremas, dar paso a la cordura y relanzar el consejo, lo cual atañe al Gobierno, empresarios y trabajadores. En definitiva, los responsables de patear el tablero deben ser denunciados de manera que hagan frente a la vindicta pública.