LA AGENDA LEGISLATIVA DE CARA AL 2006
15 de julio de 2005

La inminente elección de la nueva Mesa Directiva del Congreso coloca a este poder fundamental del Estado en un punto de quiebre: la prioridad para la próxima legislatura debe ser armar una agenda consensuada, orientada a responder a las necesidades urgentes del país y con un compromiso ineludible de todas las bancadas de cumplirla.Vistos los yerros y descoordinaciones recientes --simbolizados en la escandalosa aprobación de la absurda ley que equiparaba el arresto domiciliario con la prisión efectiva-- el Legislativo no puede darse el lujo de seguir accionando y reaccionando sin reflexión y según sople el viento de los intereses partidarios o de otro tipo.El consenso es, pues, estrictamente necesario, pero sin caer en los extremos de querer contentar a todos ni de forzar una inclusión casi total de los grupos en la mesa. La representatividad es un principio importante y debe ser respetado. Pero en el contexto actual, con tanto desbande y fraccionamiento de las bancadas, tiene que buscarse una salida funcional basada en un compromiso de retomar los temas legislativos que reclama el país.Por ejemplo, es tiempo ya de superar el crítico impase en torno a la elección del nuevo defensor del Pueblo y del nuevo miembro del Tribunal Constitucional. Asimismo, tiene que darse prioridad a los temas del calendario electoral, la ley de partidos y otros temas vinculados a la reforma constitucional (entre ellos la reforma judicial y el CNM, así como de la bicameralidad y el voto facultativo, aunque no rijan para las siguientes elecciones), poniendo por delante el bienestar nacional, y dejando de lado los tomas y dacas según la conveniencia electorera de grupos determinados.La candidatura de Marcial Ayaipoma --la única visible hasta el momento-- marca ya una propuesta del oficialismo, no necesariamente mal vista por otras bancadas. Sin embargo, su elección --o la de otro candidato-- no puede supeditarse a condicionamientos adjetivos o negociaciones tras bambalinas. Es fundamental que su postulación se comprometa con una agenda concreta. El país exige que el Congreso recupere su prestigio institucional. De allí la necesidad de que la conformación final de la Mesa Directiva vaya acompañada por un documento ratificado por las principales bancadas, en el que se fije la agenda y se formalice el compromiso de sacarla adelante sin titubeos ni devaneos populistas.