Más allá de discutir si son exactos o inexactos los datos del informe de las Naciones Unidas que señala que en el Perú se han incrementado los sembríos de hoja de coca, o si es cierto que somos el primer productor mundial de esta planta, lo único evidente es que están fracasando las acciones emprendidas por el Gobierno para contrarrestar el narcotráfico.Incluso, interpretamos como incongruentes las declaraciones del presidente de la República en contra de ese informe, pues asegura, en primer lugar, que es "absolutamente inexacto" que el Perú ocupe el primer lugar en producción de coca, pero a renglón seguido sostiene que hay más sembríos porque el Plan Colombia ha "desplazado" a los narcotraficantes a territorio peruano.Es tremendamente curioso, por decir lo menos, que el jefe de Estado se percate hoy de que el Plan Colombia, creado en 1999 con financiamiento de Estados Unidos para luchar contra el narcotráfico y la guerrilla, nos afectaría a tal magnitud que ahora existen en la zona del Putumayo cuatro mil nuevas hectáreas de sembríos ilegales.¿Qué otra cosa esperaban nuestras autoridades? Acaso los narcotraficantes colombianos iban a desplazarse a otras regiones para desarrollar su clandestino e inmoral negocio.Salvo en el 2003 y 2005, cuando disminuyeron los cultivos, desde 1999, cuando se contabilizaron 38,700 hectáreas, han aumentado progresivamente, llegando a 56,100 en el 2008 y a 59,900 en el 2009. De ninguna manera podemos alentarnos con los relativos éxitos en la sustitución de cultivos en el departamento de San Martín, consolarnos diciéndonos que el informe de la ONU no daña nuestra imagen internacional o justificar el incremento de la producción por el aumento del consumo de cocaína en Europa, Asia y África.Estamos ante un problema de índole nacional, que requiere soluciones integrales, el compromiso de todas las instituciones y una real voluntad de cambio, porque son insuficientes los esfuerzos emprendidos, fundamentalmente porque han demostrado ineficiencia las entidades encargadas de hacer frente al narcotráfico, incluido el Congreso de la República, que solo ha demostrado solvencia para abordar los asuntos menos urgentes del país.