Realmente absurdo el paro en el sur. Una zona con enorme potencial que, por algún motivo que es difícil de explicar, se la pasa continuamente disparándose al pie y flagelándose. Ayer, nuevamente por enésima vez en lo que va del año, hemos visto imágenes de turistas innecesariamente sufriendo incomodidades sin poder observar los atractivos que los animaron a visitarnos. No sé hasta dónde creen que pueden estirarle la pita al visitante, pero no tengo duda de que ya debe de estar cerca el que se les agote la paciencia. Están arriesgando el principal ingreso de su propia región por demagogia y absurdos reclamos. No sé realmente por qué la población les hace caso a los dirigentes de estos contraproducentes paros. Asimismo, no tiene sentido el motivo de la paralización: protestar en contra de la exportación de gas, ya que el gasoducto del sur ha sido confirmado y estará operativo en un par de años. Tampoco existe riesgo de que el gas se agote en los próximos 20 años, así que los proyectos que utilicen gas en el sur de seguro se llevarán a cabo. El tratar de perjudicar una inversión de casi 4 mil millones de dólares –la más grande en nuestra historia– para que la planta de LNG no exporte parece querer trasladar a todo el país el incompresible masoquismo regional por el que, continuamente, ellos mismos se están castigando y azotando. Más bien, lo que el sur debería exigir del Gobierno es más convicción y eficiencia en atraer capital de riesgo para la exploración. Al final de cuentas, con un par de hallazgos de mediano tamaño se evapora cualquier temor de desabastecimiento. Sin embargo, las protestas tienen el efecto contrario y ahuyentan la inversión, que es, sin duda, lo que buscan los que promueven el paro, quienes lo último que quieren es que su región logre bienestar ya que en ese momento, políticamente, se van al tacho.