Lo que es rechazado en otros países aquí ha encontrado un insaciable nicho de mercado, por obra y gracia de nuestras autoridades. Así, mientras en la Unión Europea se empieza a ofertar combustibles cada vez más limpios (ahora se habla de hasta 30 partes por millón de azufre) y aquí, en el Perú, el Gobierno sentenció la semana pasada --con la publicación de un decreto supremo-- a ese 70% de vehículos que consumen petróleo a seguir atragantándose, por cinco años más, con el diésel más sucio del mundo: el que tiene nada menos que 5.000 partes por millón (ppm) de azufre, no obstante que en Lima y en otras ciudades del país se respira un aire viciado de dióxido de azufre. ¿Qué es lo que se ha propuesto ahora? Lejos de plantearse una solución definitiva a este problema, el Ministerio de Energía y Minas (MEM) publicó el último domingo una resolución directoral que autorizaba a la refinería La Pampilla la comercialización de un petróleo especial con no más de 500 ppm de azufre (diez veces menos de lo que la norma peruana permite al diésel convencional). La resolución faculta la importación y la venta de este nuevo tipo de diésel más limpio, pero deja varias dudas en torno a las cantidades que estarán disponibles y los precios que este combustible tendrá. Consultados sobre el tema, los representante de Repsol-YPF, propietaria de más de un 50% de las acciones de La Pampilla, no precisaron la fecha en la que empezarán a comercializar este tipo de combustibles, ni las cantidades en las que estará disponible en los grifos, ni los precios en los que serán vendidos.