Volvió arrepentido, pidiendo perdón. Hace más de un año y medio, antes de alejarse de la escena política y de sus seres queridos debido a su relación con la joven Luciana de la Fuente, Raúl Diez Canseco había señalado, con la voz resquebrajada: "Ahora resulta que querer o dejar de querer es pecado". Ayer reapareció en público, asegurando que quiere recuperar a su familia y que los errores se pagan.No solo había dejado su casa por la que fue la enamorada de su hijo, una muchacha veinte años menor que él, sino que se vio obligado a renunciar a la Primera Vicepresidencia de la República y al Ministerio de Comercio Exterior en medio de un escándalo, tras descubrirse que había beneficiado a su pareja y a los familiares de ella. Primero, la llevó a trabajar a una dependencia de su sector, luego dictó una norma que benefició económicamente a su casi futuro suegro y, para terminar, les dio empleo a los primos de Luciana.Diez Canseco escogió una ceremonia en el museo Pedro de Osma, en Barranco, que iba a estar encabezada por el presidente Alejandro Toledo, para confesar que su relación sentimental ya había terminado y para calificar como una canallada las versiones periodísticas sobre un supuesto embarazo de su ya ex pareja.