En los últimos meses, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido blanco de cuestionamientos de muchos analistas debido a su papel poco destacable en detectar los problemas económicos y financieros que luego se convierten en crisis y se propagan por todo el mundo. La más reciente fue la crisis hipotecaria de Estados Unidos -el principal aportante del organismo-, que desde mediados del 2008 ya despertaba temores en ciertos economistas, pero que solo fue tomada en cuenta cuando era demasiado tarde.Es cierto que la responsabilidad mayor recae en las propias entidades financieras que actuaron descontroladamente, en las agencias calificadoras de riesgo y en las autoridades regulatorias estadounidenses, aunque la voz de alerta debió haberla dado el FMI, un organismo que fue creado luego de la Segunda Guerra Mundial a fin de prevenir crisis como la Gran Depresión de la década del 30. Con estos antecedentes poco auspiciosos, cabría preguntarse si el FMI es relevante para el mundo y para países emergentes como el Perú.Hay que recordar que fue este organismo el que permitió al país reinsertarse en el sistema financiero internacional a principios de los 90, cuando acordó un programa de préstamos a cambio de reformas macroeconómicas y orden en las cuentas fiscales. Es bueno resaltar que el Perú hizo tan bien su tarea (y lo sigue haciendo), que nunca tuvo que hacer uso de los recursos que tenía disponibles en el FMI.De este modo, en nuestro caso el papel del organismo fue fundamental para el país. Lamentablemente, no todos los países son tan responsables con las indicaciones del organismo -desde las dictaduras tercermundistas hasta las modernas democracias europeas, como estamos viendo actualmente-, así que el FMI tiene que seguir saliendo al rescate. Como consecuencia de la última crisis, ha logrado el compromiso de sus principales aportantes para triplicar sus recursos. No obstante, se hace necesaria una reforma más profunda que vaya más allá del incremento de sus fondos. Por ejemplo, podría buscar un rol más influyente en temas como los flujos de capitales. Ya ha advertido el riesgo que estos suponen para países como el Perú, pero no ha señalado de manera clara cómo se debería atacar el problema.