CAMISEA EN EL DEBATE NACIONAL
25 de mayo de 2010

Estamos asistiendo a un nuevo debate general sobre el gas de Camisea y su mejor uso, que se ha convertido en una danza de cifras de todo tipo, en la que se ha incurrido en errores e imprecisiones que es preciso tratar de esclarecer.Primero se debe conocer que las reservas de gas tienen tres categorías: probadas, probables y posibles. Las únicas cuya explotación se puede acometer, porque es posible financiar y poner así a disposición del mercado, son las reservas probadas. Dichas reservas probadas se definen como el volumen de hidrocarburos o sustancias asociadas evaluados a condiciones atmosféricas y bajo condiciones económicas actuales, que se estima serán comercialmente recuperables en una fecha específica, con una certidumbre razonable. Dentro de las reservas probadas existen dos tipos: las desarrolladas, aquellas que se espera sean recuperadas de los pozos existentes con la infraestructura actual y con costos moderados de inversión, y las no desarrolladas, que se definen como el volumen que se espera producir con infraestructura y en pozos futuros.A la fecha y dejando de lado los supuestos optimistas y anuncios de buena voluntad las reservas son de 8,8 billones de pies cúbicos y están debidamente auditadas y anunciadas por los operadores del campo. Por cierto, las reservas probables -que son una categoría distinta- son mayores, pero en su definición se aplican cálculos de probabilidad y se suele estimar en dicha clasificación a las que tienen un 50% de probabilidades de comprobarse y, por tanto, de poder utilizarlas. Las reservas posibles son estimaciones de probabilidad menor, normalmente del 10 % de convertirse en realidad concreta y disponible.Es natural deducir de lo anterior que los planes de utilización del gas para convertirse en realidad tienen que referirse a las reservas probadas, ya que nadie en su sano juicio invertiría ni se podría encontrar bancos que financien desarrollos de gas que no cuenten con reservas probadas y auditadas. Y por eso es fácil colegir también que Perú LNG logró estructurar un financiamiento múltiple de la banca comercial y la multilateral, para procesar, transportar y exportar el gas de Camisea, solo porque contó, y cuenta, con la seguridad de disponer de ese gas.Esa exportación del gas, por otra parte, fue necesaria para desarrollar el campo, invirtiendo y construyendo toda la infraestructura del caso y generando lo que debe ser una suerte de círculo virtuoso, donde la mayor inversión amplía las reservas, logrando que aquellas probables y posibles pasen a la categoría de probadas. A su vez, desde el lado de la demanda, es lógico también entender que nadie podrá invertir en facilidades para transformar y para usar el gas si no cuenta con reservas probadas; que, como estamos examinando, son un concepto dinámico, pues se descubren por inversión de capital de riesgo y se comprueban y expanden por inversión para explotarlas. Aunque esta explotación va consumiendo las reservas. Cuando ese círculo económico empieza a consumir más de lo que incrementa como nuevas reservas probadas es cuando se convierte en círculo vicioso.Es, por tanto, obligación del Estado mantener la más absoluta transparencia en el tema, de modo que todos los interesados puedan actuar y tomar decisiones conociendo la realidad, que es dinámica y puede cambiar de una tendencia positiva o creciente a otra negativa decreciente.Finalmente, la nación, que es la dueña del recurso en representación de los peruanos, tiene que contar con los poderes suficientes para orientar las inversiones y modular el consumo permanentemente. Llegando de ser el caso de emergencia -como cuando las reservas bajan y el consumo aumenta- a disponer o determinar el uso más adecuado de lo que es su patrimonio, señala Juan Incháustegui.