La comida de Margarita Cáceres de Cueva huele a humo. La cocina de gas que le regalaron sus hijos está guardada en su habitación y ya comienza a oxidarse. Hace tres años recibió el regalo, y solo la utilizó una sola vez.Margarita prefiere cocinar con leña que gastar 42 soles para comprar un balón de gas. Preferiría no cocinar para su esposo en un fogón, pero es mejor utilizar esos valiosos soles ahorrados en comprar azúcar u otro alimento necesario para parar la olla.La vida de Margarita transcurre en medio de la oscuridad y el hollín de su cocina. La encontramos en su humilde casa, en Echarate (el miércoles 11 de este mes), preparando el almuerzo para su familia.Margarita interrumpe su quehacer para quejarse de las autoridades que no hacen nada para beneficiar a los pobladores de la zona con las bondades del gas de Camisea. (Edición domingo).