REPUDIABLE BARBARIE TERRORISTA: ¿DÓNDE ESTÁ LA INTELIGENCIA?
8 de julio de 2005

Los bárbaros atentados terroristas en Londres nos devuelven, una vez más y crudamente, a una realidad insoslayable en que se enfrentan valores y contravalores: la dura lucha que deben librar hoy los estados democráticos y civilizados contra un enemigo pequeño pero tan artero como oscuro y cobarde que pretende sembrar miedo, destrucción y terror.Tal como sucedió antes en New York, Washington y Madrid, estos fanáticos atacan desde las sombras --ahora bajo el pretexto de desdibujar la cumbre de países industrializados en Escocia, que tenía en su agenda la ayuda a naciones pobres del África-- y no tienen el menor escrúpulo en matar inocentes, sean cristianos o musulmanes, niños o ancianos, europeos o asiáticos, ricos o pobres.No es, pues, casualidad que hayan escogido una hora de multitudinaria afluencia de ciudadanos de a pie para colocar bombas en estaciones del metro y en un ómnibus de transporte público. El número de muertos se aproxima a los 40 y los heridas a a más de 700 personas.DEL ESPANTO A LA FIRME REACCIÓNLa respuesta del mundo libre no se hizo esperar: del espanto y la indignación pasamos a las muestras más sólidas de tajante rechazo y de solidaridad de jefes de Estado y organizaciones internacionales. Eso no es todo: ante la reiteración de las abyectas intenciones del enemigo, la respuesta tiene que ser firme, cooperante y unitaria. No hay lugar para el apaciguamiento ni la desidia frente a aquellos criminales que pretenden traerse abajo las bases del mundo occidental y sus valores de democracia, paz y desarrollo.El primer ministro inglés, Tony Blair, lo ha resumido adecuadamente: "Es importante que aquellos involucrados en el terrorismo reparen en que nuestra determinación de defender nuestros valores y nuestro modo de vida es mucho más grande que sus ansias de matar y de causar destrucción en gente inocente y en su deseo de imponer el extremismo en el mundo". De cualquier modo, no se puede subestimar la capacidad de estos grupúsculos, supuestamente vinculados a Al Qaeda, que cuentan con medios suficientes, incluido el apoyo de algunos países y organizaciones clandestinas, para planear operaciones tan meticulosamente sincronizadas que han causado tanto daño ayer.URGE REVISAR ESTRATEGIAS DE INTELIGENCIA Ante un enemigo de esta naturaleza la respuesta pasa por una mayor y permanente coordinación de los servicios de inteligencia y de los sistemas judiciales y de seguridad de los países democráticos. Y esta estrategia tiene que ser constantemente reevaluada, ante los coletazos y ramificaciones del terrorismo internacional.Igualmente, tiene que involucrarse a los ciudadanos para que denuncien a posibles sospechosos; y ahondar las investigaciones en organizaciones de fachada. Todo ello sin caer en una cacería de brujas ni en burdas generalizaciones, como creer que todos los árabes son sospechosos.En otro nivel, es obvio que sigue pendiente la ardua tarea de desterrar el fanatismo, sea ideológico, religioso, político o de cualquier otro signo, lo que a su vez implica una conducta ejemplar de los países y organizaciones internacionales.Hoy la consigna es una: si el terrorismo pretende globalizarse, urge una respuesta internacional de inteligencia para desbaratar esta lacra criminal con las armas que proveen la ley y la democracia. La lucha tiene que ser sin cuartel, preventiva y ejemplarmente sancionadora.