¿LUCHAMOS POR SEGUIR POBRES?
24 de septiembre de 2004

La serie de acontecimientos negativos producidos últimamente contra la consolidación de las inversiones pone en peligro los objetivos nacionales de bajar nuestros altos índices de pobreza, generar puestos de trabajo y ser competitivos.Es incomprensible que no se comprenda que es necesario aceptar y promover las inversiones en agricultura, minería, comercio, infraestructura, etc., sobre todo cuando estas provienen del sector privado al traer ventajas sobre los estatales, teniendo en cuenta que el Estado no debe alejarse de sus prioridades: salud, educación, justicia, seguridad. Las inversiones privadas, además de liberar al Estado, tienen la ventaja que este siempre queda como socio nato, al recibir el 30% de las utilidades, el 100% de aranceles, las leyes sociales, divisas al exportar, etc. En resumen, contribuyen a incrementar el PBI y el ingreso per cápita.Cuando los estados ingresan en actividades productivas o de riesgo, lo realizan con préstamos que muchas veces no se pagan (desprestigio) o se emite dinero generándose inflación, que es el impuesto más nefasto para los pobres. Los defensores de la economía de Estado sostienen que esta genera más puestos de trabajo y que la vida es más justa, pero olvidan los claros fracasos del sistema que solo trajeron falsas ilusiones, burocracia improductiva y no generaron riqueza.Es contradictorio el discurso de muchos políticos, dirigentes sindicales, ONG, que correctamente promueven el derecho de mejorar nuestras condiciones de vida, pero cuando esta posibilidad se presenta con las inversiones, son los primeros en organizar huelgas, violencia, corte de carreteras, etc., echando por tierra el indicado derecho. Da la impresión de que su meta es que sigamos pobres.Hay ejemplos que corroboran esta incomprensible actitud. En Cajamarca se explota oro dando trabajo, impuestos, divisas, e insólitamente no dejan a la empresa reinvertir sus utilidades en ampliar su actividad. Arequipa no aceptó el ingreso de una empresa eléctrica que pagaba un alto derecho para ello. Para explotar el viejo yacimiento de Las Bambas hay mil millones de dólares, pero un "progresista" congresista está soliviantando la zona para interrumpir la inversión, igualmente en Tambogrande y Huancabamba, apoyados por su obispo piurano, no desarrollan estos extraordinarios proyectos mineros, señala Arturo Woodman, ex presidente de Confiep.

  • [El Comercio,Pág. A 4]
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