En los gobiernos, usualmente, una buena idea inicial para una solución temporal se vuelve permanente. Luego se le cambia constantemente -dependiendo del interlocutor que se tenga al frente- y, al final, termina algo que no tiene parecido alguno con la idea original.Cuando el fondo de estabilización del precio de los combustibles fue creado temporalmente por un periodo de seis meses, a fines del 2004, parecía ser lo más adecuado. En ese momento, la cotización del barril de petróleo superó los 40 dólares -batiendo récords históricos- y amenazaba, si el alza era trasladada totalmente al consumidor, regresar de un solo golpe la economía a una recesión de la cual el país recién estaba saliendo.Por otro lado, el argumento muy válido de algunos era que es preferible bajar por algún tiempo el impuesto a los combustibles y que el Estado se ajuste el cinturón manejando más eficientemente su gasto, para así compensar la caída de la recaudación, antes que pasarle toda la factura al ciudadano y enfriar la economía impidiendo que esta despegue.Hasta allí, todo estuvo bien. El problema se generó, en primer lugar, porque el precio literalmente se disparó, subió durante cuatro años y llegó, en un momento, a tocar los 145 dólares el barril. Así que la teoría de que el Fisco pierde ingresos bajando impuestos cuando el precio está en alza para recuperarlos aumentando el impuesto, cuando cae la cotización, no se materializó ya que el viaje fue en un solo sentido.Pero también se distorsionó el fondo con compensaciones a algunos sectores mineros e industriales, con discrecionalidad en el manejo de las bandas de precios y retrasos en los pagos a los refinadores. Como resultado de todo ello, un fondo de estabilización de precios cuyo impacto teóricamente debió ser neutro ha terminado costándole hasta la fecha 4,500 millones de soles al contribuyente. Peor aun, ya hace varios años que es evidente que la situación era insostenible, pero las decisiones se siguieron postergando.Por ello, ha sido muy oportuno que se haya dado el paso inicial para reducir la discrecionalidad en el manejo del fondo y para limitar su costo. Sin embargo, el horizonte aún no está claro y quedan por tomar algunas decisiones. Una de las cuales, posiblemente la más importante en el largo plazo, es penalizar el uso de los combustibles más contaminantes sin perjudicar a los más necesitados, señala el director de Perú 21, Fritz Du Bois.