La aceptación, por parte del Gobierno, de la demanda de suspender temporalmente el proyecto Tía María va a ser presentada como una victoria por los bloqueadores de carreteras. Por su parte, las autoridades argumentarán que desbloquearon las vías sin violencia y que se han dado 90 días de tregua para intentar convencer a la población de los beneficios del proyecto.Siendo objetivos en el análisis, más que un empate, parece una estrecha derrota del Gobierno, el cual ha empezado a bajarse los pantalones, aunque todavía no ha concluido totalmente con el allanamiento.Ahora les toca a todos los ministros involucrados, no el lavarse las manos del tema, como parece su intención, sino el poner manos a la obra para tratar de revertir el resultado. No se trata, como dice el premier, de que le corresponde únicamente a la empresa convencer a la población, por mucho que esta sea la más interesada en no perder los cientos de millones que ya tiene invertidos en el proceso.Si Tía María es cancelada, se perderán miles de puestos de trabajo para Arequipa. Pero también perderá fuertemente el resto del país, ya que la señal que se daría a los más radicales antimineros pondría en riesgo otros importantes proyectos que no podemos darnos el lujo de perder.Por ello, es fundamental que tanto la empresa como las diversas entidades del Gobierno mejoren significativamente el decepcionante trabajo que han realizado. Durante un año era evidente que la cancha en Islay la habían dejado libre. Tanto Southern como el Ministerio de Energía y Minas parece que fueron absorbidos por otras preocupaciones. Como era de esperarse, el vacío fue llenado por grupos cada vez más radicales, y el resultado es que un proyecto minero que ya estaba en marcha, y cuya inversión se daba por descontado, hoy tiene un futuro incierto.Si bien hasta cierto punto no es sorpresa que, en un año electoral, el Gobierno sea reacio a asumir su responsabilidad por un asunto que se ha tornado delicado, creemos que es el primer ministro quien debería tomar el toro por las astas para asegurar que no se repitan los gruesos errores que se cometieron en este caso.Porque la tentación oficialista de caer en el facilismo de lavarse las manos en este tema corre el riesgo de que será interpretada como una bajada de pantalones y podría terminar incentivando bloqueos generalizados, señala el director de Perú 21, Fritz Du Bois.