El barril de petróleo bordeó los US$10 el año 1999. Seis años después promedia US$60. ¿Qué está pasando? La guerra de Iraq es una respuesta inmediata. La inestabilidad de Hugo Chávez es otra. Y a ambas se suma el boom de la demanda china. Se sabe asimismo que el consumo petrolero camina más rápido que el descubrimiento de nuevos yacimientos y por encima de la construcción de mega refinerías. Todo lo cual determina una tendencia planetaria a la escasez, razón verdadera del alza de precio del oro negro. En el Perú la situación es un tanto más dramática. En la década de los setenta el país producía alrededor de 120 mil barriles diarios de petróleo, mientras que hoy escasamente llegamos a la mitad. ¿La razón? Una caída brutal en la exploración de nuevos pozos motivada principalmente porque acá se exige al explorador que pague 19 por ciento de IGV sobre lo que en rigor es una clara inversión de riesgo. Monumental error, pues invertir para explorar y perforar pozos petroleros en un territorio con poca tradición de reserva como el Perú no es gastar sino arriesgar varios millones de dólares por pozo. Inversión cuya probabilidad de recuperación en este país es bastante remota como señalan las estadísticas. Mientras tanto nuestro Estado, en vez de facilitar inversiones para explorar el potencial petrolífero, cómodamente sentado se lleva casi la quinta parte de las escasísimas inversiones de riesgo que se realizan acá para perforar pozos petroleros, aplicándoles 19 por ciento de IGV como si fueran gasto, impuesto que el inversionista jamás recuperará porque el pozo perforado resultó improductivo. (Luis García Miró)