La palabra compañía proviene del latín: cum y pane significan “compartiendo el pan”. Qué mejor manera de sintetizar el importante rol que cumplen las empresas, que durante la última década han sido determinantes en el desempeño de la economía peruana, llegando la inversión privada a representar en algunos años más del 50% del crecimiento del PBI. El mérito no se limita a las compañías grandes, ya que según el último censo económico nacional del INEI, las mype contribuyen con un tercio del valor agregado y casi con el 90% del empleo en las zonas urbanas del país. ¿Cómo explicar, entonces, la última encuesta nacional urbana de Ipsos Apoyo que indica que solo el 45% de los encuestados confía en las empresas privadas? Esta percepción podría deberse, en parte, al escándalo de las hipotecas “subprime”, que desnudaron una desmedida ambición de ciertas empresas que trajo como consecuencia la terrible crisis económica reciente. Sin embargo, en el Perú, la amplia mayoría de compañías se ha desempeñado con corrección, y ha generado progreso económico y bienestar; y mostrado cada vez más responsabilidad social en su accionar y una mayor rigurosidad en los gremios, en cuanto a la selección de sus miembros. La reciente separación de la empresa minera Doe Run de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) da un claro mensaje al respecto. Pero la razón de fondo en cuanto al resultado de esta encuesta parecería ser el desconocimiento de la población sobre el verdadero aporte del sector. Se dice que las buenas ideas debieran ser enfatizadas en cada generación. Esto es válido también en cuanto a la función del sector privado, de ahí la necesidad de difundir la enorme contribución que realiza. Hay que destacar la necesidad de que el sector público genere el marco adecuado, como lo viene haciendo, para que las compañías se desenvuelvan eficientemente y cumplan con su importante rol. Los gerentes deben tener presente siempre que son custodios de la institución más poderosa de la sociedad (las compañías) y es por ello que deben someterse a los estándares éticos más elevados. Por: Ben Schneider Empresario*