Tal parece que el vicepresidente David Waisman no aprende o aprende mal. Nuevamente da rienda suelta a sus comentarios impertinentes, quizá motivados esta vez por una improbable aspiración a candidatear, sin importarle las negativas repercusiones en el manejo gubernamental y en los intereses de la nación. Ello solo puede calificarse como irresponsabilidad, populismo y hasta deslealtad con quienes lo llevaron a tan alto, y cada vez más inmerecido, cargo político. Esta vez el señor Waisman vuelve a enfilar sus baterías contra el titular del MEF y su equipo de asesores, a los que acusa de sabotear los proyectos de gasto social con el supuesto pretexto de evitar una farra fiscal. Asimismo, ha acusado a los negociadores del TLC con Estados Unidos de "ponerse de rodillas" ante Washington. Tales declaraciones no hacen más que dañar la unidad del Ejecutivo, sumamente necesaria para mantener una política de gobierno y de gasto responsable. En el caso del TLC, su posición es hasta temeraria, pues se trata de negociaciones muy delicadas que son objeto ya de oposición por ciertos sectores políticos o gremios sindicales. Bien podrían decir el presidente y el Gabinete: ¡Con estos amigos, quién necesita enemigos! No basta resolver huelgas prometiendo más recursos sin decir de dónde van a salir estos. Eso se llama demagogia y ya aprendimos los peruanos que finalmente todos --y de manera más dura los que menos tienen-- terminamos pagando la factura de tamaña irresponsabilidad. El presidente Toledo y el partido oficialista deben llamar al orden a Waisman o, en todo caso, hacer un claro deslinde de posiciones respecto de quien se comporta como un quintacolumnista solo para apoyar sus pretensiones electoreras.