CON MALOS INSUMOS SE ELABORAN MALOS PRODUCTOS
21 de enero de 2010

Ricardo Valcárcel (*) Imagine que usted va a un restaurante, supuestamente cinco tenedores, y sale decepcionado pues los platos que consumió resultaron una bazofia, pésimamente preparados, mal presentados y, además, caros. Seguramente usted no volverá a acudir a dicho establecimiento. Luego, siga imaginándose que no tiene opción y que está obligado a comer diariamente en ese restaurante. Usted viviría odiando cada alimento, a cada mozo y a cada cocinero del local, y comunicaría sus quejas a cualquier persona que le pregunte por dicho local. Ahora viene lo peor de la fantasía. La administración y el personal del restaurante, dándose cuenta de que el negocio es muy criticado, se les ocurre que la solución está en ampliarlo, poner un segundo y tercer local, pero sin cambiar el menú, manteniendo la presentación, y conservando o subiendo más los precios. El fracaso está asegurado. Dejemos la imaginación, y pasemos algo más lamentable y real, pero similar: el Congreso. Esta institución es extremadamente impopular por lo que hace y por lo que deja de hacer, y por la calamitosa composición de sus miembros, cuya gran mayoría no tiene la capacidad para cumplir con sus responsabilidades normativas y de fiscalización. A los congresistas se les conoce mucho más por sus escándalos y torpezas que por sus méritos. Encima, algunos partidos insisten en la bicameralidad congresal, que pudiera ser una idea debatible, si tuviéramos una mínima certeza que sus integrantes van a ser idóneos. Pero no, actualmente existe la convicción de que sería una doble instancia, que complicaría la agilidad que debe tener un país moderno para adaptarse a los impactos frecuentes del entorno internacional. En el colmo, ahora el partido Acción Popular plantea convocar una Asamblea Constituyente. ¿Tan decadente está este partido, desde que desapareció Fernando Belaúnde, para proponer tamaño disparate? Si hay reformas que realizar a la Constitución, existen los mecanismos para ello. Una Asamblea Constituyente paraliza al país durante su ejercicio, provoca incertidumbre y retrae las inversiones. ¿Dónde radica la principal razón de que tengamos que sufrir y pagar, con la tuya y con la mía, a este Congreso de marras? Pues en los partidos políticos que, para cada elección, nos ofrecen candidatos sin méritos y malos antecedentes, que luego resultan congresistas ineficientes y corruptos. Lo que se necesita, urgente, es que los partidos se reformen para que no solo sean cascarones que aparecen y desaparecen en cada sufragio, intentando triunfar en las elecciones como uno aspira a ganar el pleno en un bingo. (*): Analista económico.