DESPEJANDO LAS DUDAS
23 de junio de 2005

La ridiculez que proyecta el gobierno cada vez que el locuaz vicepresidente abre la boca no tiene límites.Hace un mes, cuando Alejandro Toledo partió rumbo a la China, David Waisman se estrenó en el despacho de Palacio sosteniendo que el presidente no podía incluir las salvaguardas en la agenda del periplo, y luego se dedicó, durante las siguientes dos semanas, a vilipendiar, con estilo grotesco, a cuanto funcionario se le cruzó por su mente.Después de tomarse un breve descanso, ayer volvió a la carga con la singular imprudencia que lo caracteriza y la emprendió, otra vez, en contra de los responsables del manejo económico de su propio régimen.Con dicho fin, los términos que usó el insólito vicepresidente para referirse a los ministros Pedro Pablo Kuczynski y Alfredo Ferrero y a los viceministros y asesores del MEF fueron, como es su costumbre, de alto calibre. "Vienen de la época fujimorista. Esa oligarquía ha permanecido enquistada y, por propio error del gobierno, no ha sido echada, y hay que echarlos ya. Hay quienes dicen que son una garantía, pero no han terminado de decir garantía para quién, para la corrupción", fue lo que dijo el vicepresidente. Para redondear su cantinflesca faena señaló que PPK y Ferrero están en Washington en estos momentos para ir a "ponerse de rodillas".Si Waisman fuese un férreo opositor, sus expresiones tendrían algún sentido. Pero él no está en la pista de al frente, sino en el circo gubernamental del que dice formar parte. Si tan en desacuerdo está el vicepresidente, ¿por qué no renuncia al gobierno? Porque necesita esa tribuna para conseguir su interés particular de catapultarse en la política desde el trampolín inocuo en el que estaba hasta hace un mes, y ganarle, por puesta de mano, en el papel 'populistón' en el que avanza Toledo.Waisman es una delicia para el periodismo. Para su gobierno y para el país, en cambio, es un disparate. Cada vez que abre la boca, recuerda a Groucho Marx cuando decía que es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente, señala el director del diario Perú 21, Augusto Alvarez Rodrich.