No hubo sorpresas en la jornada electoral que marcó la segunda vuelta presidencial chilena, en la cual Sebastián Piñera, candidato de Renovación Nacional –una de las dos fuerzas que integran la coalición de la derecha– venció al ex presidente democristiano Eduardo Frei Ruiz Tagle. Piñera se había mantenido en permanencia como favorito a lo largo de la campaña, sin embargo un sorpresivo repunte de Frei que llegó casi al empate introdujo un factor de suspenso los últimos días de la contienda. Pero no fue suficiente, y Piñera, que se convirtió en el primer candidato de derecha salido de las urnas en más de medio siglo que gana la presidencia, exactamente desde la victoria de Arturo Alessandri sobre Salvador Allende en 1958. O en el primero desde la sangrienta toma del poder por Augusto Pinochet luego del golpe de estado que derribó al gobierno democrático de Salvador Allende en 1973, según como se desee hacer las cuentas. (…) A pesar de que en lo externo se han mantenido todas las tradiciones de una democracia madura, con Frei admitiendo de inmediato su derrota, y la presidenta Bachelet tomando desayuno ayer con el presidente electo, sin duda del lado de la Concertación la procesión va por dentro, pues –como Eduardo Frei supo recordarlo– la victoria suele tener muchos padres pero la derrota ninguno. Interrogantes como la sobrevivencia del pacto DC-PS y el rol opositor que tocará jugar a sus miembros desde el estreno del nuevo gobierno están en debate. (…) En cuanto a las relaciones bilaterales, hay que decir que si bien no se esperan grandes novedades, las declaraciones del señor Piñera durante la campaña podrían preludiar algunos cambios, aunque según voceros de la derecha la relación con el Perú seguirá fría mientras continúe el proceso por la delimitación marítima en La Haya; y es de suponer que las cuantiosas compras de armas de nuestro vecino también seguirán. Lo anterior, desde luego, no nos impide ser corteses y desear al presidente electo suerte en la labor que asumirá en menos de dos meses.