Aunque es una tradición que en julio y diciembre se produzcan cambios ministeriales, también es cierto que el jefe del Gabinete, Javier Velásquez Quesquén, negó ayer mismo, y de modo enfático, que hubiera "ministros agotados". Adujo que, en todo caso, si algunos hubiesen tenido tal estado de ánimo, habrían sido convencidos por el presidente Alan García.Es por ello que, en esta coyuntura, llama poderosamente la atención la dimisión de Luis Carranza al Ministerio de Economía y Finanzas, en el que ha tenido una gestión sobresaliente. Deja la cartera, efectivamente, en las mejores condiciones, sobre todo en resultados. En su primer período sentó las bases de solidez de la política económica. Luego fue seguido por Luis Valdivieso quien, en su corto período (julio 2008-enero 2009), no tuvo un desempeño regular ni tampoco se acopló al Gabinete.Tras su salida, y cuando los estertores de la crisis internacional se sentían cada vez más en el ámbito latinoamericano, reconocimos el tino del Gobierno, y del presidente García en particular, para volver a convencer a Carranza, cuyo prestigio y solvencia profesional están fuera de cualquier duda, para volver al MEF. En su segundo período, Carranza supo hacer los equilibrios necesarios tanto para ser firme y cerrar la caja fiscal ante cualquier pretensión populista, cuanto para sacar adelante el programa de fomento a la inversión, con una ejecución de más del 51%, algo meritorio para los bajos estándares de las últimas décadas.Supo capear el temporal y, con su gestión, nuestro país ha obtenido la calificación de grado de inversión por parte de la agencia Moody’s, que se suma a otros logros previos como las calificaciones de Fitch Ratings y Standard & Poor’s en el 2008.Por todo ello, que demuestra la fortaleza de nuestra economía y su manejo responsable, se suponía que Carranza debía continuar firme en su cargo. Pero, no ha sido así, lo que obliga al Gobierno, además de despedirlo en los mejores términos, a explicar qué es lo que realmente pasó, para dar una señal de estabilidad al país. Ante todo, debe asegurarse que el sorpresivo cambio no signifique la modificación de la disciplina fiscal. Tal como lo ha dicho el presidente García, "garantizamos el crecimiento, la estabilidad de la cosas y que acá está en juego también mi palabra. Acá no hay ni farra ni esos temas porque eso conduce siempre a la deuda, a la inflación o al desorden" no hay que sobreexcederse en los gastos, no hay que generar nuevos gastos. Veo algunos planteamientos de gastos que vienen del Poder Legislativo y yo digo que hay que respetar la Constitución que dice que el Poder Legislativo no tiene iniciativa de gasto. Debe vigilar, aprobar el presupuesto, pero no tener iniciativa de gasto porque ese es otro tipo de farra.Esta rotunda expresión debe tomarse como un compromiso firme del Gobierno con la nación. Sin embargo, el compromiso no queda allí, sino que debe concretarse y ampliarse a los programas de aliento a la inversión y reactivación de la economía.En cuanto a la nueva titular del MEF, Mercedes Aráoz, es la primera mujer que ocupa dicha crucial cartera. Se trata de una profesional de muy destacada gestión al frente de dos ministerios (Comercio Exterior y Turismo, y Producción), así como en las negociaciones del TLC con Estados Unidos, por lo que esperamos que tenga el temple y haga el esfuerzo necesario para mantener las líneas maestras del plan económico reactivador e inclusivo.Tal apelación es oportuna y necesaria, sobre todo si recordamos la historia política de los últimos 30 años, y cuando estamos en vísperas de elecciones municipales, regionales y generales. Ahora que el gasto público se ha descentralizado el MEF tiene la responsabilidad de fiscalizar aun más la disposición de recursos, considerando incluso la posibilidad de que los presidentes regionales salientes puedan exceder sus facultades discrecionales para manipular sus presupuestos con fines electoreros.Mucho nos ha costado a los peruanos recuperar la estabilidad económica, el ímpetu reactivador y la disciplina fiscal. Y así como reconocemos el esfuerzo del Gobierno actual en esta titánica tarea, debemos advertir sobre cualquier desviación de las líneas maestras del programa. El Gobierno ha marcado altos estándares de eficiencia en carteras claves como las de Economía y Finanzas, que nos hacen ser optimistas sí, pero que también nos obligan a continuar alertas y realistas para advertir cualquier desviación populista o electorera, que finalmente todos tendríamos que pagar con inflación, déficit y pobreza.