Ese viejo refrán de la sabiduría popular, convertido en gas para mañana, podría resumir la cuestión de fondo que es preciso considerar en el caso de la exportación del gas de Camisea. En efecto, se trata de analizar una nueva demanda de aparente e importante beneficio económico en el corto plazo para el país, surgida de Chile, Argentina y Brasil, comparándolo con el costo futuro que podría tener la energía --y en particular los hidrocarburos-- tanto en el mundo como en nuestro mercado interno, y ello requiere reflexionar sobre la evolución de las reservas y la producción y el consumo de esas fuentes energéticas, y en particular, del gas natural. Para ello es interesante conocer las afirmaciones de muchos analistas especializados, que concuerdan en afirmar que hemos llegado a lo que llaman 'el peak' del petróleo, definido como un nivel máximo de producción, al que se ha llegado por un incesante aumento del consumo, para el que ya no parece posible seguir aumentando la producción, la misma que, luego de un período de estabilidad de una o dos décadas, empezará a caer inexorablemente hasta extinguirse. Esta afirmación arranca, entre otras comprobaciones elementales, de saber que en 150 años transcurridos desde que se inició el uso del petróleo, hemos consumido la mitad de todas las reservas conocidas que tardaron millones de años en crearse, y en ese lapso la población se ha multiplicado de mil a seis mil trescientos millones. Hay que añadir que el crecimiento del consumo no solo depende del aumento de la población, sino del nivel de desarrollo de la humanidad, pues el petróleo, como sabemos, no solo es fuente de energía, sino que es también insumo de infinidad de productos y procesos que están ligados al bienestar, como fertilizantes, plásticos, insecticidas, fibras, producción y conservación de alimentos, etc. Respecto del gas, cuya utilización está creciendo aceleradamente en el mundo en los últimos años, y llega a representar el 20 % del consumo de energía mundial, se calcula que las reservas conocidas a la fecha comenzarán a agotarse antes de 20 años, y en Estados Unidos, por ejemplo, ya se enfrenta un déficit voraz y creciente que llevará inexorablemente a una escalada de precios, o peor aún, a un virtual agotamiento de esa fuente. Mirando ahora nuestra realidad, comprobamos que nuestras reservas de petróleo siguen siendo escasas, y salvo algún descubrimiento interesante, pero menor, seguiremos siendo deficitarios por muchos años más. Si no hubiera sido por los condensados de Camisea, el déficit anual en la balanza de hidrocarburos habría superado largamente los mil millones de dólares. Camisea, entonces, es casi nuestro único ahorro energético o, por llamarlo alegóricamente, nuestro pan para mayo, y su magnitud a la fecha, de nueve trillones de pies cúbicos, nos podrá abastecer unos 20 a 30 años, dependiendo de nuestro desarrollo. El campo vecino a Camisea de Pagoreni, en el lote 56, podría contener, según los estimados iniciales, unos tres trillones más, y estos serían los únicos hasta ahora disponibles para la exportación, mientras no se encuentren más reservas. Definitivamente no podrían alcanzar para exportar a la vez a México y a Chile, Argentina y Brasil. Revisando las cifras publicitadas al respecto, podemos comprobar estas afirmaciones, ya que para México se habría ofrecido unos 600 millones de pies cúbicos diarios, que representarían 0,22 trillones por año, o sea cubrirían 14 años de exportación. Empero, si a ese volumen le quisiéramos agregar los 1.200 millones de pies cúbicos por día que se ha publicitado estarían interesados en comprar nuestros vecinos de Chile, Argentina y Brasil, definitivamente no podríamos vender lo que vamos a necesitar para el desarrollo del Perú. Obviamente, no podríamos tampoco quedarnos en una posición estática de reservas y de manera semejante a lo ocurrido en Bolivia, es razonable esperar que el propio crecimiento de la demanda, debidamente orientado a una exploración intensiva, permita descubrir más gas y ampliar dichas reservas. Sin embargo, cualquier política de exportación tiene que considerar en prioridad el abastecimiento de la demanda interna del país, y todo contrato que se acuerde sobre dicha exportación debe mantener el derecho del Perú, a sujetar la venta de gas al debido y previo abastecimiento de dicha demanda interna, señala el ex ministro de Energía y Minas, Juan Incháustegui.