En el tercer trimestre del 2008, el sector eléctrico nacional entró en crisis y se puso en riesgo el suministro interno. De no ser por el estallido de la crisis mundial, que desaceleró el crecimiento económico y la demanda de energía, hoy estaríamos en problemas. Se ha enfatizado que la causa del problema fue que la capacidad instalada de transporte de gas de Camisea se saturó, pero poco se ha dicho de por qué la demanda de gas natural se disparó fuera de todo pronóstico.El subsidio del que goza el gas natural y la variación limitada hasta el 2017 de su precio, luego de que en agosto del 2006 se renegociara la fórmula de su ajuste, han creado una distorsión en los precios que incentivó fuertemente su demanda para todo tipo de uso, entre ellos la generación. En una economía de libre mercado, los precios son las señales que guían la inversión y, al estar subsidiado el gas para la generación a gas, se desincentivó la inversión hidroeléctrica. La cosecuencia fue que la reserva de energía prácticamente desapareció (1% del total).Hoy existen proyectos en marcha que aumentarían la capacidad de generación, con los que alcanzaríamos una reserva del 35% (en el 2010), pero la mayor parte de estas inversiones son en centrales térmicas. Se nota cierto desinterés en invertir en hidroeléctricas.Tan es así que, en la última subasta (12 de octubre) de 500 MW de energía eléctrica a suministrar a las distribuidoras del Estado, solo una (SN Power, con Cheves) de las nueve empresas precalificadas presentó su oferta técnica y económica. Dado que el precio máximo de las bases fue de US$ 47.5 por MW hora (MW/h), 21% menor al precio del mercado (US$ 60 por MW/h), ese resultado no es de extrañar.El problema es que esta política y la distorsión de precios existente (por el subsidio al gas natural) pueden poner en riesgo la próxima licitación para que las distribuidoras compren a las generadoras más de 1,200 MW (a ser suministrada entre el 2014 y el 2021).El Estado debe velar porque los precios de los recursos sean los del mercado, sobre todo si son no renovables como el gas natural (a excepción de su uso residencial y vehicular), y evitar señales distorsionadas para la inversión. De lo contrario, podemos pasar a ser un país importador neto de gas natural (como Argentina).