La filial de la suiza Trafigura, Cormín, le habría hecho un planteamiento a Doe Run que le permitiría a la propietaria del complejo metalúrgico de La Oroya, volver a operar. Según indicaron algunas fuentes, Cormín se establecería como un intermediario para la compra de concentrados entre Doe Run y las minas, que antes de la crisis eran proveedoras de la fundición. De esta manera, se garantizaría a las mineras obtener ingresos por sus concentrados, ante la desconfianza generada por Doe Run.