RESPONSABILIDAD PARA PONER TRANQUILIDAD
3 de diciembre de 2009

Bloquear carreteras, tomar de rehenes a autoridades o ejecutivos de empresas o amenazar con paralizar las labores de una ciudad o de toda una región son parte de las múltiples formas de protestar que han encontrado comunidades descontentas con el accionar de compañías privadas o para reclamar la atención del Estado. La pasividad ha llevado a que estas acciones se repitan en diferentes sitios, cada vez con mayor radicalismo, y, en algunos lugares, impulsadas por dirigentes que tienen en la política su único interés.En tanto, el país sigue perdiendo ingentes sumas de dinero y, lo que es más lamentable, presenciando, casi impávidamente diríamos, la muerte de gente que poco o nada tiene que ver con los conflictos.Frente a esa situación, sentimos la obligación de interpelar y exigir que el Ejecutivo aclare quién va a asumir seriamente la tarea de contrarrestar estos conflictos, puesto que hasta ahora se ha mostrado poca inteligencia y nulo principio de oportunidad para evitarlos.Y nos vemos obligados a pronunciarnos en ese sentido, porque el presidente del Consejo de Ministros, de quien depende la Oficina de Prevención de Conflictos, no ha destacado precisamente en esa labor ni el Poder Judicial, en imponer la ley y poner tras las rejas a quienes cortan las vías de comunicación.Pero también pensamos que nadie puede ponerse al margen de esta situación, puesto que nos afecta a todos, desde las más grandes empresas, que deben suspender sus actividades productivas o comerciales, hasta el más humilde ciudadano obligado a interrumpir su viaje porque encuentra una carretera bloqueada.Recordemos que muchas de las protestas responden a diferencias de comunidades con empresas, sobre todo mineras, por lo que a estas también les corresponde cierta responsabilidad, en algunos casos. Ojo, que la inseguridad no solo genera sobrecostos y desalienta la inversión extranjera y nacional, sino que causa fundamentalmente una reducción de la autoestima de los ciudadanos que observan que nadie, ya sea del Estado, de la empresa o de las comunidades, aporta para construir un país con mayor tranquilidad.

  • [Gestión,Pág. 30]
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