A las 10 y 30 de la mañana el Teatro Municipal de Espinar estaba sitiado. Un batallón de pobladores con banderas blancas y pancartas rechazaba el cierre de la minera comandado por los trabajadores de la Fundación Tintaya."Queremos desarrollo para la provincia", "Sí al progreso, no a la violencia", exclamaban los carteles, mientras Porfirio Taype, el presidente de la Federación Unificada de Campesinos de Espinar (FUCAE), permanecía en la sombra, con los hombros encogidos y en silencio. La escena tenía cierto tufillo de derrota.Luego de una hora de coordinaciones, los dirigentes y la comitiva abandonaron la sede pastoral. Habían acordado que otros 20 representantes de las diversas organizaciones sociales de Espinar, además de las principales cabezas de los gremios, formarían parte de la reunión. "Todos queremos participar", gritaban hombres y mujeres."Las cinco comunidades que están alrededor de la mina son las más afectadas y deben tener voz", reclamaba un poblador de la comunidad Tintaya-Marquiri.Tras los reproches, llegó la hora del diálogo: 3 y 30 de la tarde. Lograron ingresar 36 representantes entre alcaldes y dirigentes.A las 9 y 30 se informó que se formarían dos mesas de diálogo, una con el gobierno y otra con la minera. La primera incluiría cuatro sectores: salud (la construcción del hospital), transporte (asfaltado de la carretera), agricultura (proyectos de irrigación) y educación. La segunda tocaría tres puntos claves: la revisión del convenio marco, la nueva propuesta de este mismo acuerdo elaborado por los gremios y las denuncias de contaminación ambiental.(Edición sábado).