TINTAYA : PELIGROSO TRASFONDO
12 de junio de 2005

El Gobierno y los peruanos en general debemos observar con especial atención lo que viene sucediendo con la minera Tintaya, cuyas operaciones siguen suspendidas luego de una violenta incursión de diversos grupos extremistas. Apoyamos decididamente los esfuerzos de diálogo que promueve el Gobierno a través de una mesa negociadora. Pero, al mismo tiempo, tenemos que condenar la intolerancia y el recurso a la violencia de ciertos grupos, detrás de lo cual podría esconderse una agenda desestabilizadora y subversiva, atizada por algunas ONG, que pretendería incluso el cierre de la mina.Tal prospecto sería gravísimo y peligroso y tiene que ser denunciado, pues significaría abdicar de la grave responsabilidad de garantizar la seguridad para las inversiones en un campo tan crucial como la minería. Y si eso sucede en Tintaya, reconocida como un modelo de responsabilidad social con su entorno, ¿qué podría suceder en otras operaciones mineras más pequeñas? Hay que subrayar aquí la buena disposición al diálogo por parte del sindicato, los trabajadores y los pobladores del área de influencia de la mina. De otro lado, sin embargo, hay representantes de algunas comunidades que son soliviantados por radios pro subversivas y por algunas ONG para mantenerse en una extraña posición radical. Es mucho lo que está en juego. No solo el empleo para la zona, sino también el futuro de la actividad minera y su repercusión en la economía local y nacional, además de una buena provisión de impuestos para el fisco calculada en 100 mil dólares diarios solo por Tintaya. Tiene, pues, que invocarse el retorno a la cordura y al realismo para encontrar una solución viable que parta de la evaluación objetiva de los hechos y de la disponibilidad de recursos.En tan crucial escenario, las partes deben reafirmar no solo el respeto al espíritu de los contratos suscritos por el Estado, sino también que la riqueza natural pertenece a todos los peruanos y que para consolidar nuestro desarrollo necesitamos asegurar la armonía futura entre los inversionistas y la comunidad. (Edición sábado).

  • [El Comercio,pág. A 4]
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