La ola de protestas en contra de la actividad minera en el país ha dejado de ser solo un hecho aislado y ha pasado a convertirse en una preocupación principal de los inversionistas.Carlos santa Cruz, director de la Sociedad nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), explicó que este movimiento antiminero trae consigo afanes políticos, que superan la precoupación ambientalistas y que no obedecen al objetivo de buscar una relación armónica con la comunidad."La agenda es totalmente diferente.Los líderes locales tienen un interés de corto plazo que son las próximas elecciones.Además, se esta´n aprovechando del vacío que dejan las instituciones políticas y el estado en el área rural", señaló.Mencionó que el caso de Tintaya merece un análisis especial, pues se supone que era un buen ejemplo de la relación empresa-comunidad, pero el modelo ha sido"tirado por los suelos".