NO, SEÑOR; NO ES CHISME DE BARRIO
16 de diciembre de 2009

Apenas nueve años han transcurrido desde que se pusiera al descubierto la más grande red de corrupción que haya operado desde el Estado, lo que hace que la población aún se sienta muy sensible respecto a cualquier acto irregular atribuido a un funcionario público. Desde aquella época, muchas acciones se han tomado para hacer más transparente el ejercicio de las entidades estatales. Se entiende que estas manejan recursos que son de todos los peruanos.Por ello, cuando la población requiere información de mejor calidad sobre los actos públicos y observa que cada vez son menos los funcionarios involucrados en hechos extraños, resulta incomprensible que el propio presidente de la República considere como un "chisme de barrio" que el titular del Congreso se haya arrogado el derecho de usar fondos del Poder Legislativo para financiar una actividad que si bien llevaba el membrete de cultural, era privada.En más de una ocasión hemos escuchado repetir al jefe del Estado que "la mujer del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo", adagio en el que Luis Alva Castro debió haber pensado antes de entregar US$ 15,000 que no le pertenecían. Ahora, por más que enfatice que lo hizo con buena voluntad, no puede apelar a la ignorancia para explicar que no sabía que estaba cometiendo una irregularidad, pues se trata de uno de los funcionarios con más experiencia en este gobierno, que ha llegado a ser ministro en dos de las carteras más importantes: Economía y del Interior.Pero también llama poderosamente la atención que parlamentarios, sorprendentemente también del opositor Partido Nacionalista, acusen a la prensa de estar detrás de "una campaña de demolición contra el Congreso", cuando justamente la labor de fiscalización que ejecuta el periodismo ha podido poner al descubierto muchas irregularidades que pudieron haber quedado ocultas para beneplácito de sus autores.Saludamos que el Congreso haya sancionado a legisladores que se lo merecían, pero también es nuestro deber condenar que se recurra al espíritu de cuerpo cuando se niega a investigar actos que hacen perder credibilidad al Poder Legislativo. Por eso, y al estar muy cerca la Navidad, no nos queda más que reclamar cuentas claras y chocolate espeso.

  • [Gestión,Pág. 30]
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