Durante los últimos años, mucho se ha escrito y discutido sobre el tema de la responsabilidad empresarial.Más que por convicción, parecería que por emulación a inquietudes surgidas en latitudes cuya realidad difiere enormemente de la nuestra.Por ejemplo, hay quienes señalan que la responsabilidad social empresarial debe superar las exigencias normativas de las leyes y responder a las expectativas que la comunidad tiene de las empresas.Entendida de esta manera, la responsabilidad social empresarial deviene en absurda y de injusta aplicación en países como Perú, donde más del 70% de la economía es informal y las leyes no responden a las expectativas de la población, motivo por el cual se vive de espaldas a las mismas.Absurdo sería imaginar que la mayoría de los peruanos disfruta de vivir al margen de la legalidad.Si en el Perú existe un descal entre lo estipulado por las leyes y la realidad, ¿no sería más conveniente que el primer acto de responsabilidad social fuese el promover que las normas reflejen las relaciones que surgen entre las personas?.Lo contrario es ahondar la brecha existente y cargar sobre los hombros de los pocos formales mayores responsabilidades de las que efectivamente pueden solventar, promoviendo un mayor desencuentro entre la ley y la realidad. Por otro lado, hay quienes justifican la necesidad de la responsabilidad social empresarial argumentando que la administración estatal es ineficiente y hasta ausente en algunas zonas del país.Ante esto, propondría que el segundo acto de responsabilidad social fuese promover un Estado eficiente.La sociedad peruana, en su pobreza, no puede darse el lujo de destinar una ingente cantidad de recursos para que sean mal empleados o, en el peor de los casos, objeto de corrupción. Acaso no es una enorme responsabilidad para con nuestra juventud ofrecerle una educación de pésima calidad.Imaginemos lo que el Perú podría lograr si hace que su legislación sea acorde con la realidad, si los recursos que se entregan al estado son empleados de manera eficiente. Si el estado hace un uso inadecuado de los recursos, es preferible que promueva el acceso del sector privado a otros ámbitos de la economía.Como tercer acto, sugeriría que ninguna empresa pretenda asumir las responsabilidades del Estado, puesto esto genera confusión, dependencia y limita la actitud proactiva que todos debemos tener para superar los problemas que se nos presenten.Esto no quiere decir que no se dialogue ni se llegue a acuerdos en algunos escenarios del país. Los intercambios siempre serán positivos; la dependencia, de ninguna manera, afirma el comunicador social Guillermo Vidalón, en la columna "Punto de vista".