La peor herencia del paso del Estado por la minería son los pasivos ambientales, los cuales están dejando la equivocada imagen de una actividad perjudicial al entorno ambiental de la zona. Tres ejemplos claros de esta deuda son las que tiene la estatal Centromin Perú en Cerro de Pasco, Morococha, La Oroya y el Lago Junín, en los que hay compromisos de remediación ambiental por cumplir.Juana Del Castillo, gerente general de la empresa estatal, asegura que los compromisos ambientales de Centromin ascienden a alrededor de US$ 90 millones de los cuales ya han desembolsado US$40 millones,quedando pendientes de remediar pasivos ambientales por US$50 millones.Fuentes de la Dirección General de Minería(DGM) señalan que los compromisos pendientes duplican los cálculos de Centromin (US$100 millones) ya que en algunos casos se han subestimado las remediaciones, y en otros, no existen estudios que sustenten estas cifras, por lo que la DGM a través del Ministerio de Energía y Minas ha exigido estudios de empresas independientes. Lo que agravaría la situación, según las fuentes de la DGM, es que Centromin no contaría con recursos necesarios para asumir los compromisos.