H omicidios, robos, asaltos, secuestros, violaciones Qué más tiene que pasar en Lima para que la seguridad ciudadana se convierta en una prioridad interna del Estado, para que se aplique una política eficaz que reduzca esa criminalidad y la delincuencia que jaquea a diario nuestra tranquilidad. Tenemos derecho a exigir seguridad. No solo porque el Estado debe proteger al ciudadano y garantizar se respete sus derechos, sino porque tampoco podemos tolerar la inacción frente a un problema sumamente grave, cuyas consecuencias al parecer no sopesamos en su real dimensión y alcance. Las estadísticas sobre las fuentes de violencia son claras: delincuencia común (52%), violencia juvenil (16%) y delincuencia organizada (31%). El resultado es la desazón y el miedo que rodea la vida de los ciudadanos, obligados a gastar en diversos mecanismos de protección para cuidar sus vidas y su patrimonio. Después de todo, como ha dado a conocer nuestro Diario ayer, la mitad de limeños ha sido víctima de un asalto en plena vía pública, 87% se siente inseguro en las calles y un 47% incluso en sus propias casas. En todo el país, la población ha comenzado a prevenir desde lo básico, pese a la precariedad de sus economías, mediante: trancas y cerrojos (52%), perros guardianes (32%), enrejados de puertas y ventanas (15%), pasando por las rondas vecinales y urbanas (12% de los hogares peruanos), vigilantes de vecindario (6%) y los servicios de seguridad particular. En tanto, además de la falta de recursos para reforzar la labor de la PNP, desconsuela que el ministro del Interior venga dando largas a la olvidada reforma de la policía, algo que permitiría definir el verdadero cuadro de urgencias de una institución de la que depende la seguridad y la vida de millones de peruanos. El Gobierno tiene que recuperar el ímpetu y las ganas que llevaron a los equipos ministeriales de Rospigliosi y Gino Costa a iniciar el proceso de reinstitucionalización policial, para beneficio de la ciudadanía y de la propia PNP. Estratégicamente, el Perú vuelve a perder . Un país inseguro es un país inviable para la inversión y el turismo. Hoy somos la nación sudamericana con la tasa más alta de robos a viviendas y a nivel internacional solo nos supera Tanzania en ese ámbito.