TOLEDO DETRÁS DE WAISMAN
2 de junio de 2005

Tanta diligencia y proactividad del vicepresidente David Waisman de repente no revela una disparada personal, inconsulta, del controvertido personaje.Recientemente, en una reunión que sostenía con la ministra de Salud hizo que se apersonen funcionarios del MEF y -según nuestras fuentes (chismosas las ha bautizado el vicepresidente)- reprendió severamente a los presentes por la oposición de éstos a que se plasmen sus ofrecimientos y les expuso la necesidad de utilizar parte de las reservas y tolerar un aumento del déficit fiscal. Ello, por supuesto, no es posible e, inclusive, sería ilegal, pero revela con claridad cuál es el espíritu heterodoxo del hiperactivo Waisman (hiperactividad que, por cierto, hemos saludado, más allá de sus dislates presupuestales).La hipótesis que sostenemos es que esto no es casual ni obedece a una actitud insubordinada de Waisman. No tiene sentido la idea de que la ausencia de Toledo -por más disipado que sea su periplo alrededor del mundo- lo tiene al margen de lo que sucede en el Perú y menos de lo que viene haciendo su segundo.Más razonable es pensar que Toledo está utilizando a Waisman como espolón de ablandamiento de un cambio radical en el manejo macroeconómico que el propio Primer Mandatario, dicho sea de paso, ha dejado entrever en diversas declaraciones, quejándose de la "cerrazón" del MEF y en particular de Pedro Pablo Kuczynski para soltar la mano presupuestal.Todo ello coincide, además, con la tendencia gubernativa referida al incremento del gasto público, al lanzamiento de programas sociales populistas, a la desmesurada campaña publicitaria televisiva y al evidente interés del régimen por colocar un buen número de congresistas luego de las elecciones del 2006.Eso es lo que está en juego. Toledo está soltando misiles previos que a su regreso seguramente se harán más manifiestos y nos asomarán a un escenario de conflicto con quienes manejan las cifras macroeconómicas. El gobierno quiere una parranda fiscal para lograr réditos políticos y asegurarse una suerte de seguro político que le permita negociar impunidades y protección judicial una vez culmine su mandato,señala el director de La Primera Juan Carlos Tafur.