Es cierto que "no se le puede pedir peras al olmo". Si hay algo de lo que este gobierno ha adolecido desde el inicio de su mandato es precisamente de autoridad. Mucho más hoy en día cuando frisa el 10 u 11 por ciento de aprobación.No obstante, tanto los señores de BHP Billiton Tintaya, como los de Yanacocha, como los de Barrick para el caso de Huaraz, y otros tantos, tienen absoluta razón en exigir que el gobierno cumpla como mínimo con su papel de asegurar la tranquilidad y el orden en las respectivas localidades donde desarrollan sus operaciones.Lo que resulta absolutamente inaceptable es que los roles se alteren. Es decir, que en la práctica, la exigencia de la llamada "licencia social", que supone una política de sano diálogo, buena vecindad, incorporación de las comunidades a la ejecución y aprovechamiento de las ventajes de los respectivos proyectos, el respeto a las costumbres y cosmovisión de la población, etc; termine siendo el factor de contención social a los desbordes ante la ausencia del Estado.Como me dice un amigo minero. Este es un país en el que si te preocupas por el tema de la responsabilidad social, dialogas, cedes, inviertes tiempo y recursos en establecer una adecuada relación con tu entorno, para darle viabilidad al proyecto, te caen más palos y pedradas que al Estado que no hace ninguna de las anteriores acciones. Es decir el mundo al revés, la esquizofrenia absoluta.Muy bien. Digamos entonces que estamos ante empresarios que son conscientes de las limitaciones de este Estado, dan un paso más en aras del éxito de sus emprendimientos, y se quedan y aguantan, porque obviamente, quieren ganar plata. La pregunta es ¿cuál es la chamba del Estado? Si fuera empresario, trabajador minero o poblador que desea sacar adelante a mi ciudad y mi región, respondería (como le encanta pronunciar a Toledo) "que me dejen trabajar". Nada más.OK. Pero si yo Estado no tengo autoridad, no tengo aprobación y nadie me cree, empezando por mis propias fuerzas policiales y/o militares para reprimir o ejercer la coerción eficazmente, algo tengo que hacer, no me puedo quedar con los brazos cruzados. ¿Qué me queda? Pues simplemente prevenir los hechos, adelantarme a los mismos de forma oportuna y tomar decisiones en concordancia con lo que la realidad me dicta. ¿Qué necesito para esto? Un sistema de inteligencia nacional que en lugar de estar chuponeando y haciéndole reglaje a políticos y periodistas, actúe; cumpla su rol de ser una herramienta útil a la seguridad interna y externa. Claro, se dirá que los de la chakana y sus amigos han demostrado absoluta incapacidad para producir inteligencia. Entonces que se le entregue esa función a quienes la puedan realizar profesionalmente.Si se sabía, por ejemplo, que lo de Espinar iba a estallar desde días atrás, por las acciones que algunos dirigentes termocéfalos del comunismo andino y algunas ONG ligadas a la izquierda radical estaban promoviendo. Pregunta: ¿no se pudo denunciar públicamente a tiempo el intento de estos saboteadores y sus socios en el Congreso y a sus dirigentes en Lima? A este paso, si las mineras peruanas quieren continuar operando, van a tener que contratar a sus respectivos ejércitos particulares, además de sus propios Benedictos Jiménez y sus Miyahiros, y, por cierto, seguir invirtiendo no sólo en sus operaciones, sino en salud, educación y construcción de carreteras. Mis amigos liberales, increíblemente, nos acercamos a la privatización total del Estado peruano, señala el periodista Mario Saldaña, en su columna "Lunes de licencia".